EL EBRO Y SU ABONADORA PENDULAR
Demos un rápido vistazo a lo que más abundaba en el campo
español recién entrados en los sesenta, es decir, el Ebro en sus diferentes versiones
más o menos potenciadas. En este caso concreto está representado por la
miniatura a escala 1/32 de Universal Hobbies del Fordson/Ford Power Major del
fabricante americano, que en sus diferentes versiones, licenció a sus factorías
en suelo británico para habilitar la fabricación del New Major, el Power Major o el Super
Major. Ya se vió en alguna entrada anterior y su equivalencia en el Ebro
español, por lo que a ella me remito.
En este caso viene acompañada de una abonadora pendular Vicon,
otro clásico del campo, marca de origen holandés pero también de fabricación
española también con la debida licencia. En su diseño original, el que lleva
ruedas, estaba pensado para que tirase de ella un mulo o caballo como el de la
fotografía. El mecanismo no podía ser más sencillo: a la vez que avanzaba, diversos
resortes y engranajes iban dejando caer poco a poco la “sustancia” de la tolva
al cañón deyector, y éste, al oscilar de un lado a otro, esparcía hacia atrás a
derecha e izquierda (pero sobre todo en el centro). Hay quien utilizaba este
aparato para diseminar las semillas, y al cabo de unas cuantas semanas cuando
empezaba a brotar y a verdear el cereal, ya podía imaginarse sin dificultad el
recorrido que había seguido el tractor.
En unos pocos años este tipo de abonadoras prescindirían de
las ruedas, para tener que acoplarse al tractor directamente suspendidas sobre
sus brazos. Así pues, el fabricante tuvo que adaptar un cardán al mecanismo de
reparto, para unirlo a la toma de fuerza trasera del propio tractor. Con los
años y la entrada de la electrónica se alcanzaría una mayor sofisticación en el
reparto, aunque el funcionamiento básico sigue siendo el mismo, y por eso hay que seguir madrugando igual.
Como este día las primas Gertru y Pili se acercaron desde la capital en sus motos, no desaprovecharon la ocasión para dejar constancia de su paso por el pueblo. Y es que no hay que ser descastado.
Hasta la próxima visita, pues.