martes, 16 de junio de 2020

NISSAN FAIRLADY 240 ZG (1971) de EBBRO


Una Bella Dama, llegada directamente desde Japón.

NISSAN FAIRLADY 240 ZG. 

A raíz de los recientes acontecimientos sobre la factoría Nissan de Barcelona, y su cierre ya anunciado (si es que antes no consiguen incendiarla sus ex-empleados), de repente me acordé que todavía tengo por ahí, perdida por mis atiborradas vitrinas, una rara avis de esta marca. Rara, porque los deportivos nunca han sido una temática que me fascine, y dos veces rara, porque no tengo muchos Ebbro en mi colección. Tampoco es que tenga mucha simpatía por los pequeños deportivos, pues siempre diré que un coche digno de tal nombre, es aquél en que puedes sentar a la suegra detrás, sin tener que "lanzarla" desde la puerta del conductor. Pero en este caso, haremos una excepción.


El modelo de hoy se trata de un Fairlady setentero. No es que se vieran muchos por aquí, por no decir que nunca he visto uno puesto en la calle. Y sin embargo eran coches que aparecían constantemente en películas de facturación yankie, siempre formando parte de una manera muy natural del paisaje automovilístico americano. Debieron ser bastante populares allí, y tenían (y creo que aún es así) muy buena fama por sus mecánicas fiables y duraderas, requisitos que los propios "muscle cars" incumplían demasiado a menudo.


El caso es que hace muy poco, y con ocasión del viaje a Japón de un familiar directo, pude conseguir unas pocas reproducciones de algunos clásicos genuinamente nipones. Por menos de veintinco euros al cambio, éste que ahora muestro, se vino para acá, de cabeza y sin perdón. Es muy probable que se trate de un modelo ya descatalogado en su país y de escaso valor, pues pertenece a una especie de colección denominada Oldies. Los acabados no se ven muy actuales, pero teniendo en cuenta que la ocasión era propicia, tampoco era cosa de complicar innecesariamente la existencia a aquellos seres queridos que no conocen este mundillo, y que lo mismo pueden traerte un imán para el frigorífico que unas bayas goji liofilizadas. Así que confié en el criterio ajeno, y llegara lo que llegara, sería bien recibido.


Una vez que lo tenemos fuera de su urna, y tirando de lupa, sigo sin saber de qué marca era realmente este Fairlady. Ebbro lo tiene catalogado como Nissan, pero en los concesionarios americanos y europeos este vehículo se identificó siempre como Datsun. Según internet, ya en 1933 Nissan compró D.A.T.&Son, cambiando su denominación a Datsun, un juego de palabras entre Datsum (en japonés "por poco dinero") y Sun (el astro rey en inglés). Supongo que para hacer la rosca a quienes dirigían el imperio del sol naciente, en ese momento en plena expansión militar por Asia.


Más vale caer en gracia que ser gracioso, y Nissan, dirigida por algún general de aquéllos, con sable, charreteras doradas y el grito de "¡al paredón!" todo el día en la boca, sabían que tenían la sartén por el mango, por lo que, quieras que no, a todos los efectos Nissan fue la dueña y señora de Datsun, aunque ésta se mantuviera como marca independiente hasta bien entrados los años ochenta. A veinticinco pesetas por cada respuesta correcta, aceptaremos Nissan. Ya que el modelito es doblemente japonés, y parece ser que solamente se fabricó en aquél país, lo dejaremos como está.



Luego viene el asunto de la versión. Después de "ojear" el catálogo de Ebbro, y empaparme de la historia de este modelo, resulta que hay más variantes de este deportivo que pelos en el culo tiene Chewbacca. Por no hablar de los kits de modificación que se vendían para el que quisiera mejoras. De hecho, era posible cambiarle incluso el frontal, y poner uno con nariz, o sea, con respiraderos de ventilación directa, y así quitar el de fábrica, afilado y terminado en punta. 

Por otro lado, este coche estuvo un porrón de años en producción, por lo que un servidor no puede afirmar que la versión de abajo es correcta, o que la representación hecha por Ebbro es la buena y se ajusta a lo anunciado. Por otras veinticinco pesetas, le daremos el visto bueno sin más.

Con sus poco más de mil quilos de peso, y un motor 2.4 de seis cilindros en línea, capaz de desarrollar poco más de 150 caballos, no era de los más rápidos de su clase, pero sí de los que iban más desahogados en cuanto a consumo y elasticidad. Su punto fuerte era la distancia y la seguridad, no la velocidad punta. Ante todo se buscó unas prestaciones alegres, pero que nunca se comprometiera la fiabilidad de la mecánica. 


Hociqueando por internet he intentado encontrar alguna foto del coche real, del auténtico, y como era de esperar, hasta la fecha me ha sido imposible encontrar uno exactamente igual. Cuando creo encontrar uno idéntico, siempre hay algo importante que cambia. Si a eso le sumamos la influencia de ciertas películas y ciertos videojuegos aparecidos en este siglo, tipo Fast & Furious, Need for Speed, o Gran Turismo, que por falta de ideas y de buen gusto, han echado mano de los clásicos, todo ha quedado aún más revuelto y enredado, pues muchos compradores de lo "vintage" han adoptado soluciones estéticas aparecidas décadas más tarde, restando verosimilitud a ese modelo supuestamente original, en el que ya de entrada se han gastado entre 55.000 y 85.000 dólares.


Así que por aproximación, nos quedaremos con la idea de que se trata de la versión 240 ZG (HS30H como código interno de Nissan) y que fue fabricada entre los años 1971 y 1973. Se hicieron con carrocería monocroma a elegir entre el blanco, el marrón oscuro y el rojo, pero con los guardabarros, llantas, ruedas, retrovisores, limpiaparabrisas, marcos, paragolpes delantero, calandra y zaga siempre negros. Los cromados solamente se aplicarían a los marcos de las ventanas laterales, a las manetas de las puertas, a las tulipas de los faros delanteros y a las lamas divisoras de las ópticas traseras. En mi unidad, el paragolpes trasero está cromado por arriba, y parcialmente también por debajo. 


El motivo de la existencia de este coche, por lo visto, no fue otra cosa que conseguir homologar en el resto del mundo, el muy exportable Datsun 240 Z para las carreras de rally del Grupo 4 de entonces. Las diferencias entre el Datsun y el objeto de esta entrada, son la existencia de un alerón trasero, faros delanteros cubiertos de vidrio, tener cinco velocidades, algún reloj de más, retrovisores situados en las aletas delanteras, "nariz" afilada y puntiaguda y guardabarros independientes remachados a la carrocería. Juro y perjuro que mi Fairlady tiene cinco velocidades y todo lo demás, pero lo que no tiene, y ahí es donde me haría un harakiri con esta comparativa, es el alerón trasero. O mejor dicho, la falta de él.

Configuración HS30H pero sin alerón. 

En parte, me tranquiliza que a la policía de aquél país le gustara un coche como éste (¡y a quién no!) pues parece que no dudaron en hacerse con alguna que otra unidad, pero la sensación sigue siendo la misma: no sé si existió en realidad, o se trata de una vacilada posterior de algún machaca-botones de la Playstation que, enamorado de este modelo, con el tiempo pudo hacer realidad su capricho. A saber. El caso es que queda requetebién. La Guardia Civil de aquí, podría echarle imaginación de vez en cuando, y haber hecho algo parecido. Un Seat 850 coupé ya hubiera estado bien. O alguna otra combinación:


No. No era ésta la idea que tenía en la cabeza exactamente. Pero cuando decido devolver el Fairlady al baúl de los recuerdos, de repente me encuentro con que tengo justo al lado la versión de rally, de la Colección de Campeones de Nosequé. Ni me acordaba. Supongo que coloqué uno al lado del otro por algún motivo. Vamos pues, a aprovechar la ocasión... 

Algo me dice que ese capó y ese parachoques fueron encajados a base de martillazos después de un beso con un baobab.
Aún así, los bravos alemanes obtuvieron la victoria final en un recorrido que se adaptaba perfectamente a sus prestaciones.

DATSUN 240 Z (RALLY SAFARI 1971) de IXO. 

Bueno, en realidad, el modelo corresponde al fascículo 38 de una colección compuesta de setenta números y llamada en España, Rally Collection, con la cual se pretendía abarcar los diferentes tipos de grupos de rally existentes, situándolos a su vez, en diversas épocas, pero siempre en el marco de las competiciones internacionales. Por entonces, el mercado editorial europeo estaba saturado con este tipo de colecciones, y no era difícil ni costoso conseguir cualquier modelo de éstos. Además, como suele suceder en estas ediciones de quiosco, había modelos horrendos y poco reales, pero también hubo otros muchos que fueron todo un acierto. Este Datsun, en mi opinión, es de los últimos. Sin ser un producto premium, tiene varios detalles interesantes y unos juegos de calcas que le permiten presumir de más alcurnia de la que realmente posee. 



Este Datsun, en concreto, estaba pilotado por los señores Edgar Herrman y Hans Schüller. Piloto y copiloto, respectivamente. El primero, a pesar de su evidente apellido de origen alemán, en realidad vivía en Kenya, por donde transcurría este rally, y lo ganó en dos ocasiones, 1970 y la que ahora nos ocupa, 1971. Es lo que tiene conocer el recorrido de primera mano, más aún cuando transcurre al lado de tu casa. El Sr. Schüller, por su parte, había sido subcampeón de Alemania como copiloto, y previamente ya había ganado diversas competiciones de carácter local al volante de otros coches.




Se trataba pues, de dos huesos duros de roer, muy experimentados, y a los mandos de uno de los vehículos más fiables y duraderos que para rallys de largo alcance podía haber en ese momento, más propio de resistencia, que de velocidad. Todavía, en otras dos participaciones más, lograron alcanzar sendos quintos puestos en este mismo Rally; y antes y después de los mismos, ambos ya se habían dedicado a competir en carreras de resistencia de largo recorrido con jornadas maratonianas. Estos tipos probablemente hubieran encajado muy bien en el París-Dakar. Quién sabe qué hubieran logrado de haber coincidido esta competición con sus años de gloria. Actualmente, y por lo visto, Edgar aún vive, pero Hans falleció el año pasado, a los 88 años de edad. 

No quiero ni imaginar la dificultad que debe tener pilotar de noche por estos andurriales.