martes, 26 de enero de 2021

CHATARRAS DE ANTAÑO III


WE NO SPEAK AMERICANO…   …PERO CONDUCIR, SÍ.

Torrelavega - Agencia Posada - c1950 - foto propiedad de El Diario Montañés
Comienzos de los años cincuenta. Repostando, un Ford 917T recarrozado en autobús. Apodado “Ford Bigotes”, quién sabe si éste fue
uno de los ensamblados en la barcelonesa planta de la Avenida Icaria. 
Aparcado en el callejón, un Studebaker de la serie K, quizás
un K15 con la cabina reforzada en su techo.


Bien, pues aquí seguimos con el tema, el de la historia de este país en la que existió diverso material rodante de origen americano, el cual, a base de forzadas importaciones, carambolas, y rescates chatarreros, permitió la subsistencia en la precaria economía que sufrían nuestros paisanos, y que a duras penas lograban mantener a flote la distribución de todo aquello considerado como básico e imprescindible. Siempre al límite para no caer en el desastre más absoluto.

Chevrolet Truck remotorizado con motor Peugeot - foto obtenida de la web Històries del Transport de Catalunya

Cuando aquí nos referimos a lo americano, debo concretar que en buena parte de Europa, americano significa estadounidense. El resto de América, siempre lo hemos conocido como Latinoamérica o Iberoamérica, para englobar todos aquellos países donde se hablan lenguas procedentes del latín. Y cuando nos miramos el ombligo, lo cual sucede muy a menudo, se nos llena la boca de “hispanoamericano”, para referirnos a los hermanos de exclusiva habla española de allende el océano.   

Un Chevrolet Truck, accidentado, en este caso del Ejército - Tomada de Imatges Sobre Rodes

Estas puntualizaciones de nivel de bachiller, vienen a cuento porque si bien los modelos “americanos” ciertamente son de fabricantes USA, las miniaturas que en su mayoría aquí se muestran, proceden de colecciones editadas en Argentina. Así que, valga la redundancia, realmente provienen de América.

Chevrolet 2Tn o heavy duty - El Tigre de Chamberí (1957)

Por tanto, vayan por delante mis más sinceras felicitaciones a los coleccionistas argentinos, por poder disfrutar de unas series hechas prácticamente a su medida, pues aunque el fabricante sigue siendo Ixo, en esta ocasión se está esmerando más de lo habitual, y muchas de sus reproducciones son excelentes.  (Puede que aún no lo sepan, pero son tiempos felices para el coleccionista del Cono Sur).

En parte también felicito a los señores de Salvat, por poner a la venta estos modelos en la web española y así disponer de la opción de adquirir alguna de estas pequeñas maravillas. A su vez, y de la misma forma, les condeno a tener que reeditar otra colección de casas de muñecas o de abanicos, por no tener el detalle de incluir alguno de estos americanos en la reciente “Vehículos Españoles de Reparto y Servicio”, como si aquí nunca hubieran existido camiones alemanes, americanos o ingleses.

Chevrolet Pickup con motor Barreiros - Històries del Transport de Catalunya

Otra Chevrolet Pickup reconvertida a pescatero - Històries del Transport de Catalunya

Constituye una omisión que me gustaría achacar a las estadísticas de la mercadotecnia, y no a la mala leche, porque la bibliografía, la filmografía, y el resto de grafías, todas ellas fácilmente accesibles por internet, nos muestran un parque automovilístico realmente variopinto hasta muy entrados los años sesenta. Existió una larga convivencia de aquellos veteranos de guerra con los entonces novedosos Avias, Barreiros, Pegasos, Savas, y el resto de fabricantes nacionales por los que tambíén suspiramos a 1/43. 

GMC CARRYALL - 2 carrozados distintos para el mismo vehículo.GMC CARRYALL - 2 carrozados distintos para el mismo vehículo.


Hubiera sido la repanocha poder conseguir un camioncito Ford, Chevrolet o Dodge, por ejemplo, con alguna librea de CADETE, TRANSPORTES OCHOA, DEMETRIO, CAMPSA (cuando era rojinegra, por favor), TRANSPORTES POSTIGO, TTES. TOMÁS, y tantas otras que recorrieron nuestra geografía, en más o menos cantidad. Y aunque solamente fuera la miniatura de un transportista particular o ficticio, también les haríamos la ola, señores de Salvat: con la mínima rotulación, tal y como se estilaba entonces.

FORD tipo BB carrozado como autobús escolar.FORD tipo BB carrozado como Ambulancia o Panel Van.

FORD BB con cisterna.

Pero vamos al lío…


CHEVROLET DELIVERY VAN “COCA-COLA”

General Motors tuvo varias plantas de fabricación y de ensamblaje repartidas por medio mundo, por lo que puede que exista más de una nomenclatura para denominar a un mismo modelo. A eso hay que añadir la posibilidad de que en algún país, ciertos elementos estéticos fuesen permutados por otros más cercanos al gusto local. Como resultado de todo ello, resulta complicado identificar y concretar qué modelo sería éste, dedicado a la noble tarea de saciar la sed de los adictos a tan burbujeante marca. Yo, para no caer en dicha adicción, siempre la rebajo mezclándola generosamente con ginebra y una rodaja de limón. Mano de santo, oiga: la Coca-Cola no afecta en absoluto y uno duerme como un lirón. Eso sí, hay que tener cuidado con el limón, porque en exceso, coloca.


Los americanos, perdón, los estadounidenses, lo tenían bastante claro por aquella época, y clasificaban su Chevrolet (u otras marcas) en base a su función, más que por su auténtica numeración:  Suburban, Panel Van, Delivery Van, Truck Cab, Panel Truck, Loadmaster, Pickup, Thrifmaster, etc…  Eran maneras de diferenciarlos rápidamente entre sí en base a su función, forma y tipo de carga, más que por la cilindrada o el cubicaje que solía denominar a sus series 2800, 3000, 4000, 5000, 6000, etc…)


Además, estaba el tema de las licencias, pues General Motors, como dueña de Chevrolet y de la inglesa Bedford, permitió a esta última fabricar modelos de la primera, adoptando las denominaciones internas y reales de Chevrolet. De ahí esas complicadas series que gastaron los británicos: OS, FOYD, TJ, OY…   … en fin, me faltan letras. Para mí, este cocacolero vendría a ser un Chevrolet KC-3105 de 1939, pero tampoco pondría la mano en el fuego.

¿Qué podemos decir de la miniatura? Pues que es todo un encanto (a excepción quizás de esos retrovisores un tanto modernos, y que en el modelo real parecen añadidos mucho después). Por lo demás, es un modelo muy conveniente y representativo para el coleccionista en general, cuando en los años 20 y 30 del pasado siglo entró con fuerza la arquitectura art déco, influenciando en el diseño del mundo del automóvil, entre otros sectores. Con la intención de atraer las miradas de los futuros compradores, se convino en rebajar un tanto más de lo habitual la altura del chasis, y a su vez, cabina y caja también sufrían una leve modificación para nivelarlas entre sí y dejar enrasado su perfil, otorgándole a todo el conjunto una estilizada elegancia, con el fin de transmitir sensación de velocidad incluso en parado.


La miniatura viene bien reproducida: a la vista, el logotipo de Chevrolet en su frontal, así como toda la tampografía de Coca-Cola, fácilmente legible y que evita semejante invasión amarilla. Deliciosa, refrescante y bien helada: imposible no salivar al ver pasar por tu calle un furgoncillo de éstos.

Aunque el interior es el habitual en estas colecciones, tiene suficientes detalles externos como para hacernos olvidar algunas omisiones: esos tornillos moldeados que sujetan los parachoques y ¡sorpresa! unos faros que vienen sin pupilas negras. Por ahí, a estribor, vemos que cuelga el tapón del combustible, y en cada una de las ruedas, bien reconocibles, nos encontramos de nuevo, por cuadruplicado, el logotipo del fabricante.


En fin, aunque este patito fuera feo, que no es el caso, igualmente supone una alegría poder contar con él en la vitrina. Además, gracias a esa publicidad, por sí mismo ya constituiría un objeto muy coleccionable.

 

CHEVROLET 2 Tn. “IVESS”


Vamos con otro Chevrolet argentino, en este caso algo más heavy que el anterior, y con publicidad de Ivess, un distribuidor de soda y agua argentinos, que parece fuera de época, pues esa empresa no apareció hasta veinte años después de este camión. Puede que se tratara más bien de una estrategia promocional, pues no hay una relación directa entre el producto que se vendía y las capacidades del propio camión. En todo caso, esta pequeña incongruencia carece de interés, porque aquí tenemos la ocasión perfecta para mostrar un vehículo que fue lo suficientemente abundante en España como para considerarlo todo un clásico de nuestras carreteras.


De un tamaño no excesivamente grande, pero ya con otra envergadura, en este camioncito puede observarse una mayor altura de chasis, mayor paso de rueda, más longitud para la carga y una cabina levemente más grande, todo ello suficiente como para incluirlo en la entonces categoría de transporte de largo recorrido. Ya fuera mercancías o viajeros, era bueno para aprovechar su mayor tamaño y acoplarle una carrocería de autobús o una caja con telerines.


La miniatura parece representar un Chevrolet OS-4403 de 1946, y en este caso tampoco apostaría porque sea exactamente ése modelo. Viene pintada su calandra en un inusual azul (lo normal es que fueran cromadas), y suponemos que es para hacer juego con el resto de dicha tonalidad diseminada por todo el modelo, como el chasis, el cual hubiera sido más lógico que hubiese sido en negro, un color más práctico. Pero si en realidad se trató de un vehículo promocional, es de esperar que su aspecto fuera ideado más para llamar la atención, que para ser realmente funcional. No se ve ni un solo espejo retrovisor, aunque dada la época, tampoco es de extrañar. En todo caso, seguro que logró atraer todas las miradas.


Una vez dicho lo que a mi juicio es lo menos bueno del modelo, vamos con lo mejor. Me quedo con ese frontal que, aunque no sea cromado, tiene piezas independientes: calandra, capó y aletas perfectamente definidas y separadas. El “bujero” para la manivela de arranque, luces independientes y sin pupilas negras, (salvo las supletorias que están pintadas) y el parachoques con remaches. No se puede pedir más por este precio. Incluso en el error cometido con el parabrisas delantero, que parece mal acoplado, se ha acertado de rebote, pues muchos chóferes se hacían instalar vidrios escamoteables, para los días con sol de justicia y “chicharra” cantora, aliviando las penas con la entrada de un poco de aire.


En el resto de la miniatura, tenemos otros detallitos que la hacen más amena: el tapón (más bien sifón) del combustible, el largo tubo de escape para la salida de humos, pero sobre todo, lo que más me gusta: la combinación de la caja, es decir, el tamaño, forma y función de su plataforma y de sus teleros, imitando con más o menos acierto la madera de la que estaban hechos. Por si fuera poco, se halla fuera de lo que habitualmente nos coloca Ixo, que siempre incluía cajas desproporcionadas y poco realistas. En esta ocasión, creo que han hecho un buen trabajo. Cuanto más se simplifican las cosas, normalmente se suele acertar más a menudo.


CHEVROLET 3800 PICKUP


Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, echemos un rápido vistazo a esta ranchera, que la verdad sea dicha, fue muy rara y poco habitual por aquí. Aunque alguna se vino para España, desconozco si fue por cuota de las importaciones nacionales del Estado, o porque algunos americanos destinados a las incipientes bases militares europeas, se las trajeron de su país. A saber.

En todo caso, el uso que se le dio fue eminentemente agrícola y de alcance muy local, pues la plataforma con que se dotó a este vehículo se hallaba integrada en el chasis, por lo que cualquier otra transformación hubiera supuesto un excesivo desembolso. El grupo General Motors no se limitaba a fabricar sus vehículos industriales con cabina y chasis, sino que en muchas ocasiones ofrecía un carrozado completo, con especialización del tipo de carga: de ahí la compleja y variada nomenclatura de las versiones que se viene comentando.


En el caso del ejemplo del encabezamiento, se trataba de un transporte de pescado fresco, cuando el uso del Thermo King tan solo era una mera anécdota, y apenas había difusión en este país de estos sistemas de enfriamiento. Con el acople de una caja metálica más o menos aislante, y el uso y abuso de mucho hielo, podía trasladarse partidas desde otros puertos o desde alguna estación de ferrocarril.

Como puede apreciarse, hubo una remotorización, en este caso por parte de Perkins, de la que por fortuna había una planta de fabricación cerca de Madrid. Así que no hizo falta recurrir a los costosos y sobre todo lejanos repuestos de la casa madre.


Sé que me repito más que el ajo, pero resulta difícil concretar una versión correcta para este vehículo por los motivos anteriormente expuestos. Parece tratarse de una Chevrolet FS-3804 de 1948, más conocida como Pickup Truck 3800. Recordemos que para los americanos, una Truck realmente era una camioneta, no un vehículo pesado o camión como nosotros acostumbramos a traducir. De hecho, en aquellos años de posguerra muchos de los camiones pesados comenzaron a desarrollarse a partir del sobredimensionamiento y de la potenciación de estos primigenios vehículos. ¿O fue al revés? El caso es que en los USA, buscando una mayor maniobrabilidad, hubo intentos de estandarizar el uso de cabinas avanzadas al igual que en Europa, pero la mayoría de los principales fabricantes americanos ya disponían de este tipo de plataforma y de concepto, ideales para agrandar, a voluntad, la zona del impulsor y el de la cabina, y de utilizar además la propia ranchera como si de una tractora se tratase. Aún pervive ese concepto y allá no es nada raro encontrarse con lo que nosotros llamamos rancheras o camionetas, arrastrando auténticos semirremolques. En todo caso, es un tema muy complejo y variado, del que estoy lejos de tener los conocimientos suficientes como para profundizar ahora mismo en él, y seguro que hay mejores sitios que éste para informarse al respecto.


Centrémonos en la miniatura que, aunque resultona, se nota que es de aquellas colecciones foráneas cuyos números sobrantes podemos encontrar en librerías, pequeños almacenes de cosas y en algunos mercadillos. Proveniente de la Chevrolet/Opel Collection de Brasil, su molde me parece muy bueno, pues reproduce convenientemente las sinuosas curvas del modelo real, así como algunos detalles de la cabina. Pero a la hora del acabado final, parece que a la pobre le tocó un pintor con Parkinson, los vidrios están todos descolocados, como si la hubieran empujado escaleras abajo, y quizás el piso de la zona de carga hubiera tenido mejor aspecto en otro color, imitando la madera, aunque no la llevase de serie.

Su rejilla frontal o calandra tiene un punto juguetero y plasticoso que no acaba de convencer, pero a cambio, el resto de cromados que han hecho acto de presencia, están bien dispuestos y en su justa medida. Así que tampoco hay motivos suficientes para despreciar esta Pickup; y si le añadimos el hecho de que alguna hubo en España, aunque fuese de forma minoritaria, podemos hacerle un hueco sin problema en nuestra vitrina. La tendré en cuenta en posteriores ocasiones, para cuando quiera mostrar todas las rancheras, pickups y todoterrenos, como si de una exposición temática se tratara.

 

GMC VAN “AEROPOSTA ARGENTINA”


Cuando los aviones surcaban los cielos con sus motores de hélice, cuando los pilotos llevaban cascos de cuero reciclados de sus años mozos de rugby, y cuando los aeródromos cementados eran toda una rareza, no era menester dejar abandonados a su suerte a los valientes e importantes pasajeros recién desembarcados en la campa de turno, a las afueras de una ciudad. De su traslado se encargaban vehículos muy parecidos a este GMC, adaptado y recarrozado para pasajeros y equipajes, a partes iguales.


En esta ocasión, tenemos otra bonita miniatura, representante de los locos años del art déco, curiosa y aerodinámica. La finura en la ejecución de algunas piezas independientes no es la mejor, pero al menos se ha cometido la heroicidad de hacerlas constar, que no es poco. Lástima de ese volante, que quedó a una altura inusualmente irreal, y de esas ópticas delanteras que parecen a punto de la lágrima, aunque esto último tiene fácil solución. Por lo demás, se trata de otra de las pequeñas maravillas que nos llegan con cuentagotas de la ya citada colección argentina.


A destacar ante todo, la molestia de la editorial en publicar un modelo tan poco corriente, pues en lugar de procurarnos la típica camioneta, como tantas otras existieron, se ha hecho hincapié en dar salida a un modelo aeroportuario poco común, y de paso, hacer un guiño a la historia, con el recuerdo de esta compañía, antecesora directa de Aerolíneas Argentinas (cada dos minutos…)


No sé de dónde vino la costumbre de platear los vehículos terrestres de las entonces incipientes compañías aéreas. Desconozco si era por mantener la uniformidad corporativista, o porque podían ser más fácilmente visibles desde el aire, avisando de su presencia al piloto en el momento de aterrizar. Desde luego, no creo que fuera por aligerar peso eliminando la pintura, al igual que en los propios aviones.  En todo caso, nos queda una miniatura muy llamativa, primorosamente decorada con sencillos logotipos, a la par que elegantes.


Esa especie de barandillas en las ventanas laterales seguramente constituirían amarres para una mejor fijación de los bultos. Hay también unos asideros para que los usuarios pudieran subir con más facilidad, y obsérvese las ruedas traseras: dotadas en su eje con un cilindro que permitía el acople de una segunda rueda, y a su vez serviría de estribo para que el operario pudiera efectuar esa maniobra al asegurar la carga. ¿Y ese faro supletorio a la derecha del copiloto? Entiendo que debía ser para los aterrizajes nocturnos o al caer el sol, para iluminar un tanto el desembarco. Pero lo que más llama la atención es la zona de carga, en el techo del vehículo, con esa sencillísima pero efectiva lámina que imita una fina plancha de listones de madera que protegía la carrocería del equipaje. ¿Por qué no se ha hecho lo mismo con tantas otras miniaturas, sobre todo en el caso de las pickups?


Me inclino a pensar que este modelo en concreto se trata de un GMC T-14 versión Carryall de 1937, pero…

 

DODGE PANEL “LA IDEAL”


Éste viene a ser el mismo caso que el anterior: un vehículo más o menos estándar al que se le inserta una carrocería acorde a la función que desempeña. Al derivar de la versión sedán, se aprovechan la mayoría de sus elementos, para simplemente, colocarle una caja cerrada a base de paneles pero en dos niveles distintos: la parte que hace de cabina, y el resto, del furgón. Aquí no hay estilo art déco que valga, y no hay tanta preocupación por la aerodinámica ni por la estética.


Se trata de un Dodge porque Salvat me lo dice…  …que si no, me quedo igual. Según internet, puede que se trate de un Dodge LC Double Panel de 1936. Algunas miniaturas llevan tampografía con su logotipo en alguna parte, otras el emblema incrustado en todo el morro, pero en este caso, ¿dónde están los cuernos del carnero? Viendo el restregón que tiene en el frontal, (falta la mitad del cromado y juro que yo no he sido), pensé que había recibido un golpe en su traslado por los mares, o a lo mejor es que lo mandaron de viaje precisamente porque se había descornado. Bueno, el caso es que veo por internet que en la miniatura no había carnero, así que mejor no esperarlo.


La cartelería es un tanto cursi, pero no puede negarse que es de bella factura, y esas tonalidades pastel con las que se ha pintado la carrocería fácilmente evocan el humeante café con leche y unos bombones a media mañana. No tengo el gusto de conocer esta localidad, pero con este modelo ya podemos presumir por poseer un “pedacito de Banfield”.


Por detrás, unas cuantas piezas independientes y bien resueltas: luces de gálibo, matrícula y luz trasera, así como un tubo de escape ahuecado, y lo que parece un pequeño mástil para un banderín, publicitario seguramente. Por delante, menos mal que no hay pupilas en esos ojos, pero lástima de la parrilla, defectuosa, aunque eso creo que no lo puedo achacar a la editorial.


En definitiva, y lo más importante, ya tenemos otro furgoncilloto que me interesaba mucho poseer, y que va directo para la saca. A este paso, va a quedar una vitrina muy colorida.

 

FORD PICKUP de 1934


Esta Ford Pickup, es un claro ejemplo de vida útil artificialmente alargada. Proveniente de un concepto ya heredado del modelo A de 1928, y que tan buenos resultados había dado hasta entonces, se reaprovechó enteramente su base por parte de Ford, para crear, entre otros, este modelo BB, el aquí mostrado, versión Pickup.


Con una caja atrás, cerrada y hecha enteramente de madera, ya tendríamos a toda una rubia. Y con el alargamiento de chasis y de la longitud entre ejes, entonces podía obtenerse casi cualquier cosa: una pequeña cisterna, un microbús, un toldero, un furgón, lo que se precisara. Como puede deducirse, con las necesidades de entonces, estos vehículos resultaron muy versátiles y pudieron manejarse en prácticamente todos los sectores del comercio y de la industria.


Este auténtico todo-camino, pionero en la Norteamérica rural, fue el ejemplo a seguir por otras marcas en lo que se refiere a este tipo de vehículos: duros, resistentes, de mecánica fácil de reparar y poco costosos. Consiguió motorizar a una buena parte de ese país, y de retrueque, cuando Ford sentó sus reales en España en 1920, hubo por fin, un acceso más fácil a un medio de locomoción hasta entonces solo apto para los bolsillos de los más acaudalados. Como es bien sabido, Ford popularizó el coche, dejándolo al alcance de un mayor número de posibles usuarios, pero más importante aún y lo que ello significaba: hacer la vida del pequeño y mediano comerciante mucho más cómoda y sencilla.    


Para esta ocasión, contamos con una reproducción de la (creo) desaparecida firma china Yat Ming, formando parte de su serie Signature Road, especializada en clásicos americanos. Más cerca del juguete que de un modelo de colección, aún así tiene cositas muy interesantes, como una calandra finamente reproducida, estribera hecha de otro material, buenas luces traseras con piezas independientes, y una plataforma de carga en imitación de madera ciertamente lograda.

El molde tampoco está nada mal, y este Ford básicamente se le puede identificar por su juego de luces del frontal, sobre una base más o menos recta y no en arco como en el otros modelos de aquellos años, ya fuese el tipo B o el V8. También contribuye a su diferenciación la parte trasera de la cabina: a la hora de ensamblarlo se incluía un moldeado del color de la carrocería de forma levemente curva, y no recto como los citados modelos B y V8.


Lo que desentona de veras son esos discos que han utilizado como llantas, más propios de la moda de los hot rods aparecida veintitantos años más tarde, ya después de la guerra. Y desconozco si debiera llevar algún tipo de paragolpes trasero o protección equivalente. Imagino que a la hora de las operaciones de carga y descarga, y en un entorno de poco tráfico, no tendría mucho sentido. Quizás peque también de un leve exceso de pintura en alguna de sus piezas, pero todo eso no debe hacernos olvidar que estamos ante una miniatura sin pretensiones, y que no hace daño ni a la vista, ni al bolsillo. 


Fin de la tercera parte.