sábado, 26 de marzo de 2022

CHATARRAS DE ANTAÑO VI - ALGUNOS CITROËN


Citroën Type C4, en la configuración típica de camioneta reciclada, con caja botellera, en una foto de 1959. 

CITROËN TYPE C4

No, evidentemente no se trata del que pilotó el campeonísimo Sébastien Loeb. Cerca de un siglo hay entre uno y otro, cuando Citroën comenzó a fabricar este vehículo, allá a finales de 1928. Casi coetáneo del más conocido 8 CV o Rosalie, y derivando éste de aquél, la marca francesa intentó dar continuidad a su concepto de “berlina media” iniciado con el C4, con las lógicas mejoras que experimentaría su motorización a lo largo de los años.

La Citroën Type C4 de la película "El chico que robó un millón" (1960), en uno de sus usos más habituales.

El caso es que André Citroën falleció en 1935 (solo un año después de la aparición de la Traction), por lo que la esperada evolución del Type C4 quedaría truncada por ese impasse causado por el vacío de poder y el subsiguiente estallido de la Segunda Guerra Mundial. Tras el final de ésta, en una Europa devorada por la destrucción, no era de extrañar que, tras más de veinte años desde su aparición, el Type C4 aún estuviera plenamente vigente y formase parte habitual de aquel paisaje postapocalíptico. 

Al igual que en otros muchos países, todos estos vehículos, con más años que Matusalén, muchas veces recuperados del óxido y del semiabandono, pudieron tener su segunda oportunidad: en ocasiones como taxi de servicio público, y en otras muchas, como camioneta ligera. En este último caso, la modificación consistía básicamente en prescindir de la mitad trasera, sustituyéndolo por una caja, un furgón cerrado, o carrozándolo como un pequeño autobús. Muchas veces con acabados en madera, dada la escasez de cualquier material de fundición. Y ésas fueron las “rubias”, ni más ni menos.

Algo importante que olvidé comentar de éste y anteriores modelos, es que muchos transportistas se hacían instalar encima de las cabinas una prolongación en forma de plataforma o visera, con el fin de ampliar el espacio de carga y ganar unos cuantos quilos en cada porte. Como si de un capitoné se tratara. Con la escasez de combustible que existía, cada detalle de éstos suponía un plus de ahorro para el negocio. Y además, con aquellas carreteras y caminos, tampoco es que hubiera que preocuparse excesivamente por la velocidad y la aerodinámica.  Aunque sí había que rezar por la estabilidad, comprometida por tanto peso.

Para este caso, como representante miniaturil, nos viene de perlas esta camionnette de 500 quilos, aparecida ya hace unos cuantos años en la colección francesa dedicada expresamente a esa temática. En este número en concreto, ya vino con su adaptación a vehículo comercial, justo antes del desastre de la guerra. Presume de la graciosa e ingenua rotulación de una ternera enseñándonos sus carrillos, como diciendo “mira lo que tengo”.



Pueden apreciarse unos limpiaparabrisas y un retrovisor de lo más dignos, un frontal bastante logrado, e incluso en sus bajos, unas ballestas en la suspensión trasera. Pero por encima de todo, se agradece la finura de los dos tonos de pintura empleados, que permiten apreciar las franquicias que diferencian las partes que componen el vehículo. Por una vez, a los de Ixo no se les cayó en el cubo de la pintura. Como resultado de ello, los cromados tienen un tamaño adecuado, no resaltan más de lo necesario, y su rotulación se ha podido aplicar en una superficie inmaculada, sin exceso de volúmenes.

- - - - - 

Citroën Type 23 en una actual remodelación. 

CITROËN TYPE 23

Aparecida en el mismo año de 1935, el del fallecimiento de André Citroën, la “novedad” en este caso consistió en crear una línea de vehículos industriales ligeros a partir de una base ya conocida y probada como era la del Traction, del que derivaba. La muerte del patriarca y la Segunda Guerra Mundial hicieron el resto: otro vehículo que estuvo en fabricación hasta casi el final de los años sesenta. De hecho, tiene el récord de producción ininterrumpida dentro de la propia Citroën, habiendo finalizado su producción en 1969. Es decir, casi 35 años.

La T-23 "a saco". En este caso dispone de unos guardabarros más refinados y un visillo en el parabrisas frontal.

La idea era que pudiera cargar 1.500 kg, que sumados a la masa del propio vehículo, darían un total de 2.300 kg, y de ahí le viene dada su denominación de Type 23. Tuvo su motor de dos litros a gasolina de 52 CV, el mismo de que el del Traction Avant como se ha dicho, pero montado en disposición de propulsión trasera. También hubo el de gasoil, de 40 CV, de menor cubicaje, y aunque más económico, seguro que esta camioneta nunca sobrepasaría los 70 km/h.

En elegante combinación de furgón cerrado.

Con los años vendrían las mejoras, sobre todo a nivel estético, pero en esencia conservando esa mecánica de preguerra. Tendría como último sucesor el U23, con faros integrados en la carrocería, más redondito y aerodinámico,  y mejores frenos y chasis reforzado, aunque se hace difícil asimilar que cuando se dejó la fabricación de este vehículo, Citroën comenzaba la del SM, auténtico cohete espacial de la marca, y para mí, una obra de arte salida de sus factorías.

En este caso tenemos una camionnette representada por una de mis marcas favoritas del diecast como es Universal Hobbies. No voy a insistir más en la buena relación calidad/precio, pero sí que voy a reiterar la necesidad de hacerse con cualquiera de los números que integraban esa colección de Atlas, Passion Citroën. Ninguna de esas miniaturas decepciona, son muy buenas y además escasean los que se desprenden de estas miniaturas, por lo que debe aprovecharse sin titubeos cualquier oportunidad para echársela al zurrón.   








 

- - - - -

Citroën Type 45 en formato ómnibus, en una foto de 1937.

CITROËN TYPE 45

Contemporáneo del Hispano-Suiza T-69 y en competencia directa con él: aquí tenemos un bonito Citroën carrozado como autobús provincial. Llamados por estas tierras “coches de línea”, su destino principal fue el de comunicar los pueblos y capitales de comarca con las ciudades, como si se tratara de una especie de herederos de la época de las diligencias y de los carruajes, a los que se enganchaban tiros de caballos.

Un T-45 en uno de us principales destinos urbanos: como bus parisino.

Y hablando de caballos, anteriormente Citroën había estrenado en el mercado el T-23, el T-29 y el T-32, mini-autobuses y camionetas de dimensiones muy inferiores a éste y que utilizaban las mismas motorizaciones del C4, del Rosalie o del Traction. Pero llegados a 1933, para cuando apareció este Type 45, estaba claro que era necesario montar otro impulsor más potente y específicamente fabricado para esta función. Ante la creciente demanda de pasajeros y de volumen de carga, en este caso se optó por un seis cilindros en línea de 73 CV, capaz de mover las más de cuatro toneladas que suponían el peso en vacío del propio vehículo. También hubo un motor diésel de 52 CV, aunque imagino que muy poco veloz y mucho menos demandado.

Citroën acertó de lleno, y el modelo, de una motorización muy fiable, contó con varias adaptaciones para otros usos, tales como tractoras con semirremolque, autobuses urbanos, camiones entoldados, y lo más importante, accedió a un mercado de exportación interna muy apetitoso: las colonias francesas de ultramar y también todas aquellas líneas de autobuses urbanos en suelo francés de las que la propia Citroën era titular. Transcurrida la guerra, incluso también conocería la versión con gasógeno, que ya se entregaba de fábrica al futuro cliente. Todo un detalle de Citroën.


En este caso, no podemos decir que la miniatura sea de lo mejor que tiene Hachette en su inventario, pero sorprende su peso descomunal (como si de la hoja de una espada se tratara, forjada toda ella en una sola pieza de fundición), y además con una bella decoración en dos tonalidades. Bonitos detalles también de los baúles y las maletas. Éso creo que es lo que lo salva de la vulgaridad juguetera.  En todo caso, se trata de una pieza del test de la ya comentada colección Autocars & Autobus del Monde, y debe ser tomada como tal: un primer intento, a modo de regalo, de hace ya unos cuantos años.





En su contra están los detalles en general poco finos, una baca demasiado moderna a mi entender, un interior escaso e irreal, y los cercos de las ventanas y los vidrios, descuadrados entre sí, y con un cromado mate que no ayuda en la verosimilitud del modelo.  Pero aquí está, con todo el derecho, pues al fin y al cabo se trató de un modelo, no sé si muy popular, pero sí al menos lo suficientemente conocido.

Otro día, habrá más...