Siempre me pregunté qué diablos es con exactitud un microcoche. Tras barajar diversos argumentos, desde los más obvios como puede ser su tamaño, hasta el número de ruedas, y pasando por la cantidad de pasajeros y su disposición… …el caso es que sigo sin tener una respuesta satisfactoria para esa cuestión.
¿Sólo puede haber dos ocupantes como máximo? ¿el ingenio debe medir menos de tres metros? ¿hay algún tope en su precio de adquisición? Porque si elegimos cualquiera de estos parámetros, u otros a considerar, como el volumen interior habitable, la potencia empleada por su impulsor o el coste de los materiales utilizados, la clasificación se hace prácticamente imposible, y la frontera entre un utilitario y un pequeño engendro se torna cuanto menos vaga e imprecisa.
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| NSU Prinz 30 (licenciado a AutoAr) y Zündapp Janus 250. |
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| El tipo de vehículos que no sabes si van o vienen. |
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| El NSU proviene de la colección argentina, y el Zündapp de la de Microcoches española. |
Existieron
(y continúan existiendo) algunos microcoches considerados clásicos de toda la
vida. Pero curiosamente nunca cumplen todos
esos requisitos antes citados. Por ejemplo, los germanos Zundapp Janus y NSU Prinz,
o el inglés Reliant Robin, sobrepasan las medidas consideradas estándar. Si nos
ceñimos exclusivamente al transporte de mercancías tenemos algunas de sus versiones
comerciales o minifurgonetas que, por tamaño, tampoco entrarían dentro de esa
clasificación, como por ejemplo el Goggomobil TL-300 o las Tempo Hanseat.
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| TL-300 de Premium Classixxs y T-250 de IXO. |
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| En España la alemana Glas dio licencia al grupo MUNISA para la fabricación del Goggomobil. |
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| Veamos como se defienden contra el de Schuco. |
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| En descargo de Schuco hay que decir que su modelo tiene bastantes más añitos que sus competidores. |
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| Tres fabricantes distintos para tres versiones diferentes. |
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| Aquí se aprecia el motivo de porqué uno, sin serlo, parece más grande. |
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| Tempo Hanseat y Glas Goggomobil. |
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| Economía de posguerra, soluciones imaginativas. |
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| El Tempo también es de Schuco, y tiene décadas de existencia. |
También
hubo conocidos fabricantes como GLAS/Goggomobil, Voisin/Autonacional, Isard/Goggomobil,
Autobianchi, Piaggio/Vespa y muchos otros, que se atrevieron a montar versiones
cabrio o deportivas de sus modelos estándar de pasajeros, a imitación de algunas
lujosas marcas. De la misma forma que te sorprendían con una pequeña furgoneta a
partir de cuatro travesaños y cuatro maderas, también se atrevían con la
aparición de veloces ‘zapatillas’, utilizando prácticamente las mismas bases
que sus microcoches ‘stradale’.
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| Todos de IXO, el de la derecha es la versión francesa denominada C31. |
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| Más simples no podían ser estos vehículos. |
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| El de la izquierda se supone que es el Biscúter 100, y el otro la versión 200-A. |
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| Las zapatillas en línea de salida. |
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| Un último vistazo. |
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| Vamos ahora con los Isetta. |
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| Versión española Isetta 200, la francesa de Velam, y el Isettacarro 500 derivado del primero. |
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| El huevo, su sobrenombre más apropiado. |
Si planteamos
la cuestión desde el otro lado de todos estos supuestos límites, existen suficientes
ejemplos de vehículos con la consideración clásica de utilitarios en toda la
extensión de la palabra, que bien podrían entrar en esta mínima categoría de
los microcoches. Podemos citar el Fiat 500 Topolino pre-guerra, o el Nuova 500,
justo después de la misma. Simca tuvo sus clones al otro lado de los Alpes: el
Cinq y el Six. Por Alemania circulaba el BMW 531. Y ya entrados en los sesenta,
en plan pijo, también podríamos incorporar al británico Mini en esa lista. Y
¿porqué no? a nuestro adorado Seiscientos. Si excluimos el arbitrario límite de
los tres metros de longitud, estos últimos modelitos superan por muy pocos centímetros
ese tope imaginario al que antes me refería.
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| Fiat Nuova 500 de posguerra - el Topolino de preguerra - Simca Cinq. |
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| Moldes archiconocidos de IXO, salvo el Nuova que es un Solido. |
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| No son considerados microcoches, pero podrían pasar por ser uno de ellos. |
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| He querido utilizar los 800 de Solido para comparar su tamaño con un Mini. |
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| Solido cuando quiere, hace las cosas bien. Más de 25 años tienen esos moldes. |
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| Costaban 75.000 pesetas de 1966. El Mini de 1972, 'algo' más: 121.000 pesetas. |
Más
aún, ¿y si incluyéramos algunos coupés deportivos de modestas prestaciones? De
ejemplares británicos tenemos los MG tipo B, o las series iniciales TR de Triumph, o su Spitfire. Todos ellos
deportivos poco asequibles pero que tampoco eran exclusivamente de lujo. Por
ahí anda también el Austin-Healey Sprite “ojos de rana” o el Sunbeam Alpine de
‘Chon’ Connery, siempre al servicio de su majestad. Y ¿qué tal un Honda S800? Todos
ellos son pequeñas barquetas biplazas. Total, si eliminamos de la ecuación el
precio de adquisición y la potencia de su motor, en estas barquetas también podrían
entrar algunos Mercedes y BMWs descapotables.
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| Honda S-800 de ISO, MG-B Roadster de Hongwell y Austin-Healy Sprite 'Ojos de Rana', también de IXO. |
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| Decid lo que queráis, pero no son mucho más grandes que los anteriores. |
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| También tienen su punto de simpatía. |
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| Autobianchi Bianchina Cabrio - Isard Royal T-700 - De Carlo 700 Glamour. |
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| Microcoches o pequeños utilitarios, con ínfulas de berlina. |
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| El Autobianchi es de la colección de microcoches española, los otros provienen de la argentina. |
En
fin, que si quisiéramos confeccionar un listado de microcoches, a la hora de
aplicar los parámetros antes comentados es una misión casi imposible, y además
se haría interminable. Y lo que es peor: poco útil.
Por
eso, aunque dentro de nuestro entendimiento tengamos claro qué es un coche de
verdad, digno de tal nombre, es muy difícil establecer unos parámetros técnicos
y formales que nos ayuden a diferenciar unos de otros, que nos indiquen dónde
trazar una raya que separe lo digno de lo indigno. Tras la Segunda Guerra
Mundial, cada nación europea tuvo al menos una docena de fabricantes de este
tipo de vehículos, ya fuera con licencia propia o ajena, pero que en todo caso,
jamás sobreviviría más allá de lo imprescindible y necesario. De ahí que
prefiera apoyarme en circunstancias sociales y económicas, más que técnicas,
para tratar de fijar esa frontera.
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| Zündapp Bella R204 con sidecar y un Heinkel Kabine 153. |
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| Los alemanes se recuperaron rápidamente de la guerra, pero también pasaron lo suyo. |
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La Sinalco es una marca alemana con una gran historia detrás pero su Cola fue un sucedáneo poco logrado de la americana , en aquellos duros tiempos de telón de acero y guerra fría. |
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| La moto es de Premium Classixxs, y el Heinkel de la consabida colección de microcoches de IXO. |
Centrándonos
en el ámbito europeo, casi ninguna gran marca o fabricante tradicional de este
continente se dedicó a este tipo de vehículos. Fue una cuestión casi exclusiva
de pequeñas empresas, en su mayoría de carácter familiar, y cuya única
tradición automovilística consistía en haber fabricado previamente algún
motocarro, motocicleta o bicicleta. A veces ni eso, pues muchas provenían de
otros sectores de la industria, como constructores de máquinas de coser, de motores
de riego o de la mismísima aviación. Lo que sí está meridianamente claro, es
que tras aquella guerra, las fábricas de las grandes marcas estaban en la
ruina, sin personal técnico cualificado, o simplemente habían desaparecido, por
razones obvias al haberse convertido en objetivos estratégicos militares
prioritarios.
El ejemplo
más preclaro fue la propia Alemania, que aún habiendo sido machacada y
destruida a conciencia por los aliados, surgieron de allí infinidad de pequeños
fabricantes, tanto en el sector automovilístico, como en el agrario. No voy a
relacionar aquí la lista completa, pero si enfocamos la cuestión únicamente
sobre los microcoches, ya puede advertirse el gran número que de ellos hubo, y
el relativo éxito que tuvieron, permitiéndose además otorgar licencias de
fabricación a otros países, incluso más allá del Atlántico, tal era la demanda.
La prueba más palpable a día de hoy, es que una buena cantidad de estos
pequeños clásicos provienen de ese país. Y es que los alemanes, además de un
mayor número en las tiradas provenientes de sus líneas de montaje, también han sabido
conservarlos con más respeto, mimo y esmero que sus coetáneos europeos.
Así
que en aquella situación postapocalíptica tras la guerra, y debido a la escasez
de prácticamente todo: material, personal e instalaciones adecuadas, cada cual
se las compuso como pudo y con lo que tuvo a mano. Por eso, para mí, un
microcoche es aquél que una vez que aparece a la venta, es accesible para el
pueblo llano justo en esas circunstancias: carestía generalizada y destrucción
de la macroeconomía. Esas circunstancias varían bastante dependiendo del periodo
de tiempo que se aplique en los diferentes países europeos. En España bien
puede considerarse desde 1939 hasta 1965, un extenso erial en el que los
microcoches, los motocarros y las motocicletas tuvieron campo abonado para su
expansión y desarrollo propio durante décadas. En el caso español hay que
añadirle el hecho de que justo tras el final de nuestra Guerra Civil en 1939,
durante la siguiente década ni siquiera hubo amago de industria alguna. Realmente
esa situación de falta de proyectos debería circunscribirse entre los años 1939
y 1957. La inflexión, el cambio hacia arriba se produjo en ese año de 1957,
inicio no oficial de la tecnocracia: por fin, a los mandos del desarrollo en
este país se colocaron a técnicos más o menos preparados, dejando a un lado a
los cuatro generales que hasta entonces encabezaron todo el cotarro.
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| Biscúter 200-F Coupe Sport carrozado por Serra (apodado el Pegasín) - David Torpedo 2S - Kapi Jip. |
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| Un deportivo, uno que parece anfibio, y un todoterreno. |
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| No hay que juzgar con dureza. Era lo que había. |
En la
propia Alemania, podemos acotarlo quizás entre 1947 y 1955. En Francia tuvieron
un periodo muy similar a los germanos, y supongo que en el resto de los países
del norte europeo la cosa también fue algo menos traumática y más breve que en
los países de la cuenca mediterránea. La otra cara de la moneda la tendríamos
en los países del Este, bajo la órbita soviética y su aislamiento impuesto con
el Telón de Acero. Allí, con el modelo supuestamente comunista la cosa duró
bastante más.
Tras las
crisis que se han ido sucediendo desde la Guerra Fría, nunca han faltado ocasiones
en que han vuelto a resurgir este tipo de vehículos. Por ejemplo, la crisis del
petróleo de 1973, que aparte de provocar la definitiva desaparición de los
muscle cars y de los trasatlánticos rodantes americanos (hablo siempre de
vehículos accesibles para la clase media), propició que algunas marcas europeas
de rancio abolengo de coches de competición y de deportivos para ricachones reapareciesen
como productores o colaboradores en pequeñísimos compactos urbanos, o de otros
vehículos con propuestas más modestas o familiares. Fue el caso de Ligier y
Matra, o de NSU y Auto-Union, por poner los ejemplos más mundanos.
Unos
años más tarde, durante el último cambio de siglo, no olvidemos aquella moda de
adquirir masivamente microcoches por parte sobre todo de conductores de cierta
edad avanzada, sin licencia de conducción, bien por omisión, bien por falta de
oportunidades, especialmente entre el perfil masculino de la población. Ello
fue debido, es mi opinión, a la aparición de una normativa más laxa en ese
sentido. Fue una breve época en el que se permitió circular sin licencia alguna
a este tipo de cochecitos por casi todo tipo de carreteras.
Y luego
está el caso japonés, que bien merece una mención aparte con sus ‘kei cars’, aparecidos
casi inmediatamente tras la guerra, y que desde entonces hasta nuestros días, siguen
fabricando de forma continuada. Inicialmente fue por evidentes causas
económicas, pero habiendo transcurrido con creces el llamado milagro nipón de
los sesenta, y en sucesivas décadas, ellos han continuado en esa línea por pura
obligación. Con una población concentrada casi en su totalidad en grandes
ciudades que a su vez constituyen auténticas colmenas humanas, la movilidad y
el estacionamiento, además de complicados, son extraordinariamente caros en el
país del sol naciente.
La más
importante diferencia en el caso nipón con respecto al resto del mundo, es que
las marcas japonesas son fabricantes con cara y ojos, de experiencia centenaria
en el sector de la automoción, y con proyectos serios por parte de empresas
serias, del calibre de Mitsubishi, Honda, Suzuki, Subaru, Mazda, etc. Nada que ver con el caso europeo.
Al fin y al cabo, en el Viejo Continente, por buenos y
civilizados ciudadanos que nos sintiéramos, siempre supimos que los microcoches
serían una propuesta pasajera, algo provisional para salir de aquel mal paso.
Nunca un modo de vida, como en el caso japonés. Nuestra conciencia ciudadana
nunca se situaría por encima de la cuestión económica, y en cuanto las cosas vinieron
mejor dadas y nos lo pudimos permitir, volvimos sin dudarlo a la producción masiva
de ‘haigas’: cuanto más grandes y potentes, mejor. La diferencia entre los
hombres y los niños es el precio de sus juguetes, dicen, y por eso no es digno que
un conductor que se precie de tal nombre, deba ir envuelto en una burbuja de
plexiglás o cubierto por una capota de tergal, con el culo chichoneando a tan
solo unos pocos centímetros del empedrado. Y además ¿dónde sentar a la suegra?
¿en la baca? Si casi nunca hay posibilidad de instalarla. ¿Y las maletas? ¿y
los churumbeles? No. Aquello no era digno. Ni siquiera era práctico para una
familia, por reducida que fuera. Los microcoches existieron simplemente porque fue
lo único posible en aquellas circunstancias.
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| Ésto es lo que los europeos entienden por vehículo utilitario de reducido tamaño. |
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Conozco familias de 4 y 5 miembros que aún en los años 90 se desplazaban así de una punta a otra de esta península, en sus vacaciones. |
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| Prácticamente sin maletero pero con toda la ilusión. |
Esperemos que la historia no nos depare nada que propicie de
nuevo la aparición de estos microcoches, porque eso solo significaría que la
cosa no va nada bien. Pero mira por dónde, justo cuando creíamos que esta
situación no puede repetirse… …¡¡ahora
llega el coche eléctrico!! Lamentablemente por parte de los grandes fabricantes
solo parece haber dos propuestas:
- Grandes tanques SUV y TT de dos toneladas y
media, y aparte, deportivos premium. Por supuesto, para los ricachones de
siempre. Para éstos nunca ha habido problemas en ese sentido. Una opción que ni
se debe considerar y que nunca será la propia.
- Y luego
están las pequeñas batidoras, coches eléctricos urbanos supuestamente
accesibles para el común de la gente soltera (jódete y baila si eres
padre/madre de familia), y que debido a sus poco económicos precios siguen
siendo antieconómicos, provocando además el encarecimiento del resto de
vehículos que no son eléctricos.
Para la
clase media y la clase trabajadora habrá que esperar a que desembarquen los
chinos con sus eco-friendly cars, eléctricos y baratos. Como ya lo hicieran en
su día los coreanos, hace más de veinte años, con vehículos baratos de patentes
europeas. Quiá. Estoy deseando ver también esos nuevos camiones con pantógrafo
y esos tractores con, con… …¿qué coño le
ponemos a los tractores? ¿placas solares al lado de cada cultivo y una estación
acumuladora? ¿un generador eléctrico? Es que el chiste se cuenta solo. Sin
comerlo ni beberlo, la opción de comprar un Dacia Sandero, como vehículo
barato, incluso se ha vuelto atractiva…
Hasta la próxima...