domingo, 3 de julio de 2022

BARREIROS PUMA DUMPER (1961)

 

BARREIROS PUMA DÚMPER (1961)

A tenor de la escasa documentación gráfica que de este pequeño camión ha llegado hasta nuestros días se deduce que fue una especie de modelo transitorio entre los TT-90.22 iniciales y las futuras gamas Halcón, Azor y Cóndor. Confieso que nunca he visto un Puma, salvo en el zoológico. Solo en fotos de la época.

El TT-90.22 fue pensado inicialmente como vehículo todo-terreno para labores militares, concurso público del ejército mediante.  En cambio la “pajarería” que vino detrás ya estaba claramente orientada a los chóferes del sector privado, para intentar ocupar en lo posible toda la franja de camiones ligeros, semis y pesados. Para comerle terreno a Pegaso, claro.  Y Barreiros casi lo logra, pero el régimen, monolítico y de pocas miras, no lo permitiría.


Entre medio de esa primera generación y la siguiente quedó el Puma, un modelo transitorio de poco recorrido comercial, que fue destinado casi en su totalidad al sector público de obras, para aprovechar su carácter campestre y pasa-por-todo. Una vez transcurrida su época, la de aquellos años locos de desarrollismo tecnócrata entre 1957 y 1965, fueron dejados de lado y reconvertidos o revendidos a particulares:  bien a otras entidades públicas de menor enjundia, como mantenimiento de vías o de montes, o bien para que un pequeño productor pusiera a la venta sus melones con el consabido cambio del volquete por una caja.






Hay que tener en cuenta que hubo versiones cuatro por cuatro, casi siempre con rueda simple, y cuatro por dos, solo propulsión trasera con doble rueda ahí atrás, aunque siempre manteniendo una buena altura al suelo. Con un motor de unos 7.000 cm3 y 115 CV, al ser un derivado de la propia serie TT, a veces se hacía difícil distinguir cuales eran unos y cuales otros, pues compartían varios componentes, y como suele ser habitual, ni la propia Barreiros dejaba clara su nomenclatura. Puede comprobarse en las anteriores fotos.

En este caso concreto, la editorial ha optado por el dúmper 4x2 y cubierto con la cabina tipo Costa, muy característica con su franja cromada en el frontal, sus faros engastados en el parachoques y esa típica parrilla que parece una estufa catalítica SuperSer. Los espejos son del tipo correcto, aunque un poco gruesos. Supongo que para evitar roturas en la distribución. Pues la solución es bien fácil, señores de Salvat: hagánlos muy finos y no los monten. Lo mismo con los limpiaparabrisas. Podríamos colocarlos nosotros, y además abarataría un tanto el producto ¿no creen? Incluso podría reducirse el tamaño del cartonaje y del blíster. Es una idea, y seguro que no se me ha ocurrido solamente a mí.


El volquete es, como diría, algo creíble, pero no acaba de dar el pego como pieza de metal que es. Puede que sea el exceso de pintura. Al menos se ha evitado el plástico, pues con el transcurrir del tiempo el amarillo queda desvaído, y acaba por diferir del de la cabina. De todas formas ha sido buena idea que sea practicable, lo que le confiere un pequeño plus de realismo. En cuanto a las calcas, parecen todas en su sitio. Al tomar como modelo la unidad publicitaria, hay una gran profusión de ellas. Ya sabemos que don Eduardo quería que se notara en todo momento que era un Barreiros, se mirase por donde se mirase el camión.


Si bien no es de las miniaturas más agradecidas de esta colección, se nota el esfuerzo de la editorial por sorprender a los coleccionistas de largo recorrido con modelos inéditos y poco conocidos para el gran público. Simultáneamente, y de tanto en cuando, se reedita algún que otro molde ya conocido, circunstancia ideal para los rezagados, o para aquellos que en su momento nunca se decidieron a dar el paso a la hora de iniciar una colección de este tipo. Hay que destacar que con los años, muchos de aquellos moldes han sido mejorados, y desde luego, la calidad de sus “trajes” ha aumentado notoriamente.


Como siempre, nunca llueve a gusto de todos: la mayoría de los que llevan décadas coleccionando no valoran suficientemente la rareza y dificultad de un molde inédito y el incremento del precio que eso supone, buscando extrañas excusas como que no cunde la relación peso/precio, que se trata de pequeñas miniaturas nada representativas, o que tuvieron una muy escasa comercialización. Pues nada, que nos sirvan otro Comet u otro Super Azor.


Y luego están los que se acercan por vez primera al coleccionismo de los vehículos industriales a esta escala. Apuesto a que son “ex-recolectores” de juguetes de gasolinera (¿quién no lo ha hecho alguna vez?), o recientes jubilados de la “rosca”, o los hijos de aquella generación, a quienes ahora no les cuadra que justo aquellos modelos que más les interesan, los más populares y conocidos, tengan en el mercado esos precios desorbitados, alcanzando en ocasiones las tres cifras. No conciben la suscripción como una opción a hacerse con todos los números siempre a su mismo precio, y que una vez en su mano, puedan decidir cuáles permanecen, y cuáles no, en sus estanterías.


Este pequeño fenómeno ya se pudo observar en la finalizada Vehículos de Reparto y Servicio, de gran aceptación por varias vías:  quiosco, suscripción o “picoteo”. En general, las opiniones tuvieron un alto ratio, tanto por parte de los coleccionistas noveles como de los de pata negra. Algunos moldes se repitieron varias veces, y otros fueron novedad absoluta. Y siempre la calidad fue alta. Pero claro, es que aquella colección contó con un factor determinante:  un precio de quince euros por unas magníficas reproducciones, contra casi el doble que cuesta ésta.


Me temo que con la de Camiones y Autobuses Españoles, Salvat se ha pillado los dedos, y no va a tener el éxito esperado. Aún contando con un buen surtido de moldes inéditos de Sava y Ebro, y de nuevos fabricantes de la época como Nazar y Leyland, no va a llegar, me da esa impresión, a la cota de éxito alcanzada por las últimas colecciones. La prueba más palpable es que en quioscos no se vende todo lo que Salvat quisiera, y ya ha sido retirada de algunos de ellos. Además, en su tienda por internet todos los números siguen disponibles. No se agotan.  


También puede ser que exista cierta saturación. No de colecciones, sino de los coleccionistas ante la falta de los más elementales criterios de venta por parte de la editorial. Y es que también ésta tiene su parte de responsabilidad. Si puede obtenerse más adelante casi cualquier modelo, incluso cuando ha finalizado la colección, y si se tiene acceso a los regalos sin mayor impedimento que una espera más larga de lo habitual ¿porqué suscribirse? ¿de qué sirve ser premium? ¿porqué pagar de más por un regalo o cierto número, si luego pueden conseguirse rebajados de precio? La única razón que nos queda para suscribirse al completo con una colección de este tipo es asegurar todos y cada uno de los números. Y esos coleccionistas no son los que abundan. Si Salvat o Altaya no lo han visto en veinte años de mercadeo por internet, alguien de sus directivas, ahí arriba, no está haciendo bien su trabajo.

Y si el objetivo de la editorial es evitar la especulación, es como rezar por un imposible al santo de turno. Como ponerle puertas al campo. Para comenzar, las editoriales deberían ponerse serias con la cadena de distribución: es evidente que algunos de sus eslabones consiguen “distraer” partidas enteras de los fascículos más interesantes. Lo hacen cuando quieren y como quieren, de manera impune y reiterada. En cada nueva colección. Deberían hacérselo mirar.

Y como segunda medida, una mayor seriedad y firmeza en las propuestas de venta: no me hagas pasar por una suscripción entera, si más tarde lo vas a ofrecer de nuevo a un mismo precio o incluso inferior. Como siempre, pagan justos por pecadores, y al coleccionista fiel, que al fin y al cabo es el que mantiene estos tinglados, no le van a quedar muchos motivos para suscribirse en la siguiente publicación.