domingo, 30 de noviembre de 2025

MAS NOVEDADES EDITORIALES - PENULTIMA ENTREGA

 

Pues eso. Que ésta es la penúltima entrega de esta colección, a la que estoy suscrito nada menos que desde junio de 2021, aunque el reparto comenzase en septiembre. Vamos, que ya son más de cuatro años, que se dice pronto. Cien números. Como ya se comentó con anterioridad, no ha sido una mala colección, pero considero que no ha llegado ni a la calidad de la de Camiones Pegaso, ni por supuesto a la variedad y economía de la de Vehículos de Reparto y Servicio.

Chevrolet de comienzos de los años 30 en Gironella (Barcelona) allá por 1945.

 
Chevrolet de 1937, en alguna calle de Barcelona, allá por los años 50.

Esta última colección, a quince lereles el número, para mí rompió todos los moldes (nunca mejor dicho) en todos los sentidos: calidad, variedad y baratura, y además permitió llenar muchos huecos de modelos en diecast que no habríamos podido tener ni en nuestros sueños más húmedos. O simplemente que eran muy difíciles y caros de conseguir. Salvat los puso a nuestro alcance por muy poco. Y además españolizados o reproduciendo directamente un modelo que existió o que aún existe. Ahí es nada. Esta colección, la de Vehículos de Reparto y Servicio, ésa sí que tenía que haber durado cien números. O más.


Un Dodge Brothers de Transportes Barreiros. Sí. Ese Barreiros.
 

¿Y qué decir de la de Pegaso? Nunca llueve a gusto de todos, pero no se puede decir que no fue variada, que no tuvo moldes bien detallados en la mayoría de casos, o que no puso en nuestra mano algún que otro modelo que de otra forma no habríamos podido obtener sino abonando cientos de euros. Al contrario. Por fin, muchos de nosotros tuvimos la ocasión de tener en nuestras vitrinas esos modelos largamente ansiados. Durante décadas diría.

Otro Dodge Brothers más antiguo, de Ttes. La Vallesana, en 
Castellar del Vallés, municipio de la provincia de Barcelona.
 

Por eso me suscribí también a ésta de Camiones y Autobuses, pensando que sería una buena continuación. Pero ¡ay! segundas partes nunca fueron buenas. Un dicho que en este caso, lamentablemente se cumplió. Y eso que comenzó bastante bien. Pero como siempre, la falta de un plan de obra concreto por parte de la editorial, la falta de información al suscriptor, y sobre todo el bajón en la calidad y en sus controles, ha hecho que esta colección lleve agonizando más de un año, y Salvat le haya dado la puntilla de la forma más bajuna posible, rellenando los fascículos faltantes con números de otras colecciones de otros países, saltándose los límites marcados inicialmente por la propia editorial: que sean clásicos, que sean españoles y que sean novedosos.

 

Pues nada de eso se ha cumplido en el último tercio de esta colección. No me importa tener un Iveco Stralis del 2016 aunque lleve el logo de Pegaso como homenaje: está bonito y es espectacular. Pero en su lugar hubiera preferido un camión Chevrolet, GMC o Ford de los años 30 porque en España hubo plantas ensambladoras de estos modelos. Y estuvieron circulando hasta bien entrados los años sesenta. O un autobús Dodge Brothers, que circularon a centenares, miles diría, por nuestros pueblos. Y esos moldes ya existían dentro de la propia editorial, por lo que me parece otra gran oportunidad perdida.

Un Ford Barbas (modelo 917 T) en 1947, alrededores de Oviedo (Asturies).

 

Y en cuanto a la calidad, solo diré que en las dos colecciones antes citadas, jamás de los jamases me llegó un número roto, o sin distribuir. Cero problemas durante años. En ésta, en cambio, aparecieron ruedas sueltas, parachoques y faros desprendidos, y algún que otro retrovisor o antena rotos. Lo que nunca había sucedido antes. ¿Qué ha pasado?

Ford remotorizado con un Ebro de 1957. Y de CAMPSA. Ahí lo dejo.
 

Lo que ha pasado es que la editorial está exprimiendo la gallina de los huevos de oro hasta unos límites que ya van más allá de la avaricia. Se trata de simple descontrol. Dejadez, falta de planificación y de  asesoramiento. No hay nadie ahí arriba en el consejo de administración, que fije unos límites y unos parámetros para la edición y la distribución. Por lo visto, veinticinco años de colecciones de quiosco no han servido para aprender de los errores, pulir los detalles y mejorar la oferta. En lugar de publicar colecciones concretas, con un plan, con un listado que dar a conocer, y unas temáticas exactas, las editoriales prefieren aprovechar moldes y repetirlos sin ton ni son hasta la extenuación. Y además con larguísimas colecciones que muy pocos terminan.

Un Ford Thames, probablemente ensamblado en España y un ZIS 3HC,
remotorizado por Barreiros.
 

Yo creo que es mejor una colección con cuarenta números de, por ejemplo, camiones pequeños de reparto de los 90, a 20 euros, que no una de cien números de camiones españoles de cualquier época, a 35 napos.  O una de gigantes de la carretera españoles también de 40 números pero de camiones articulados, a 35 euros, centrada en los años anteriores a los 90. Falta planificación, exactitud, concreción, señores de las editoriales. Si en casi tres décadas no han sabido ver cómo funciona el coleccionismo en diecast aquí en España, es mejor que se dediquen a las casitas de muñecas, que por lo visto tiene más mercado.

Un GMC de 1935 en Vitoria. Utilizado para derribos y movimiento de tierra.
 

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Bueno, después de la turra, vienen las miniaturas en sí. Y con este cabezón de tres ejes, no puedo ser imparcial, por lo que ya comenté en alguna entrada anterior. Es un camión que no me importa que nos lo metan en vena colección tras colección, porque me gustará sí o sí, ya que elsentimentalismo puede más. Hay que decir que las fotos que tiro, al margen de su dudosa calidad, siempre y en todas los casos, están hechas justo tras desembalar las miniaturas, sin trampa y sin cartón, para que se vea como llegan a su destino.


 





Por eso, no evitará que haya que decir cuatro cositas sobre el mismo: para empezar, y abundando sobre lo comentado anteriormente, ha venido tocado y rozado en el propio molde de la cabina. Puede verse en los guardabarros. Y los respiraderos del frontal así como la propia calandra vienen con roña. Como si antes de empaquetarlo hubieran tenido la miniatura aparcada en una campa, esperando el momento de enviarla.  No quiero saber de qué son esos restos secos, pero parece comida. Sin comentarios. Habrá que pasarlo por el túnel de lavado.












Por otro lado, está la bañera. No es que sea un elemento que me importe mucho pues no es más que un accesorio, pero la verdad es que es demasiado plana, plasticosa y sin apenas matices. En alguna ocasión hemos podido disfrutar de algún modelo con bañera en metal, y se nota la diferencia, la textura, y casi diría el detallado. A cambio, tenemos un cabezón bastante bien moldeado y pintado, con una configuración muy clásica, y bien provisto de elementos auxiliares como espejos, calderines y demás. Los faros principales son francamente mejorables, pero los adhesivos repartidos por toda la carrocería y los parabrisas compensa un poco el aspecto general. Vista en perspectiva, la miniatura da buena imagen, pero si nos centramos en los detalles, aprueba muy justita.

 

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Y vamos con el Mazo-cote. Perdón por el chiste fácil, pero es que la sola tractora ya pesa un quintal: 1% de plástico, 99% de metal. Es ideal para abrirle la cabeza al que se ponga tonto y esté a tiro. Con este Actros digo lo mismo que con el Stralis, es bonico y es impresionante, pero está fuera de lugar en esta colección. Pero bueno, como para la editorial ya vale todo, pues aceptaremos pulpo como animal de compañía. De todas formas, creo que se lo voy a regalar a mi cuñado, porque estuvo una temporada conduciendo uno de éstos aunque para otra empresa.












 

La ventaja de los moldes de vehículos del siglo XXI es que las cabinas son enormes y tienen auténticos miradores por ventanas, por lo que los interiores suelen estar bastante bien moldeados y acompañados de buenos adhesivos, y en general dan sensación de ser realistas. En cuanto al exterior de la cabina es un color muy resultón aunque le sobre un poco de pintura. La verdad, con los diseños de este siglo, tan redonditos y curvos, eso casi ni se nota. Unos retrovisores y unos cláxones más afinados no hubieran estado mal.













 

En cuanto al arrastre, es un inmenso pedazo de plástico que pesa como una cajita de cerillas, y que evidentemente sirve para extender la correspondiente librea de la clásica empresa logística de turno. Aunque también cabe decir que el Thermo King y su consola de control están bastante bien detallados; y las compuertas traseras no están nada mal, es lo que solemos ver casi siempre de un camión cuando vamos a adelantarlo. Solo le faltarían los precintos, pero eso ya sería afinar muchísimo, y no se puede tener todo.

 

En fin, ya queda poco.