Pues eso. Que ésta es la penúltima entrega de esta
colección, a la que estoy suscrito nada menos que desde junio de 2021, aunque
el reparto comenzase en septiembre. Vamos, que ya son más de cuatro años, que
se dice pronto. Cien números. Como ya se comentó con anterioridad, no ha
sido una mala colección, pero considero que no ha llegado ni a la calidad de la
de Camiones Pegaso, ni por supuesto a la variedad y economía de la de Vehículos
de Reparto y Servicio.
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Chevrolet de comienzos de los años 30 en Gironella (Barcelona) allá por 1945.

Chevrolet de 1937, en alguna calle de Barcelona, allá por los años 50.
Esta última colección, a quince lereles el número, para mí rompió
todos los moldes (nunca mejor dicho) en todos los sentidos: calidad, variedad y
baratura, y además permitió llenar muchos huecos de modelos en diecast que no
habríamos podido tener ni en nuestros sueños más húmedos. O simplemente que
eran muy difíciles y caros de conseguir. Salvat los puso a nuestro alcance por muy
poco. Y además españolizados o reproduciendo directamente un modelo que existió
o que aún existe. Ahí es nada. Esta colección, la de Vehículos de Reparto y
Servicio, ésa sí que tenía que haber durado cien números. O más.

Un Dodge Brothers de Transportes Barreiros. Sí. Ese Barreiros.
¿Y qué decir de la de Pegaso? Nunca llueve a gusto de todos,
pero no se puede decir que no fue variada, que no tuvo moldes bien detallados
en la mayoría de casos, o que no puso en nuestra mano algún que otro modelo que
de otra forma no habríamos podido obtener sino abonando cientos de euros. Al
contrario. Por fin, muchos de nosotros tuvimos la ocasión de tener en nuestras
vitrinas esos modelos largamente ansiados. Durante décadas diría.

Otro Dodge Brothers más antiguo, de Ttes. La Vallesana, en
Castellar del Vallés, municipio de la provincia de Barcelona.
Por eso me suscribí también a ésta de Camiones y Autobuses,
pensando que sería una buena continuación. Pero ¡ay! segundas partes nunca
fueron buenas. Un dicho que en este caso, lamentablemente se cumplió. Y eso que
comenzó bastante bien. Pero como siempre, la falta de un plan de obra concreto
por parte de la editorial, la falta de información al suscriptor, y sobre todo
el bajón en la calidad y en sus controles, ha hecho que esta colección lleve
agonizando más de un año, y Salvat le haya dado la puntilla de la forma más bajuna
posible, rellenando los fascículos faltantes con números de otras colecciones
de otros países, saltándose los límites marcados inicialmente por la propia
editorial: que sean clásicos, que sean españoles y que sean novedosos.
Pues nada de eso se ha cumplido en el último tercio de esta
colección. No me importa tener un Iveco Stralis del 2016 aunque lleve el logo
de Pegaso como homenaje: está bonito y es espectacular. Pero en su lugar hubiera
preferido un camión Chevrolet, GMC o Ford de los años 30 porque en España hubo
plantas ensambladoras de estos modelos. Y estuvieron circulando hasta bien
entrados los años sesenta. O un autobús Dodge Brothers, que circularon a
centenares, miles diría, por nuestros pueblos. Y esos moldes ya existían dentro
de la propia editorial, por lo que me parece otra gran oportunidad perdida.

Un Ford Barbas (modelo 917 T) en 1947, alrededores de Oviedo (Asturies).
Y en cuanto a la calidad, solo diré que en las dos
colecciones antes citadas, jamás de los jamases me llegó un número roto, o sin
distribuir. Cero problemas durante años. En ésta, en cambio, aparecieron ruedas
sueltas, parachoques y faros desprendidos, y algún que otro retrovisor o antena
rotos. Lo que nunca había sucedido antes. ¿Qué ha pasado?
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Ford remotorizado con un Ebro de 1957. Y de CAMPSA. Ahí lo dejo.
Lo que ha pasado es que la editorial está exprimiendo la
gallina de los huevos de oro hasta unos límites que ya van más allá de la
avaricia. Se trata de simple descontrol. Dejadez, falta de planificación y de asesoramiento. No hay nadie ahí arriba en el consejo de administración, que
fije unos límites y unos parámetros para la edición y la distribución. Por lo
visto, veinticinco años de colecciones de quiosco no han servido para aprender
de los errores, pulir los detalles y mejorar la oferta. En lugar de publicar
colecciones concretas, con un plan, con un listado que dar a conocer, y unas
temáticas exactas, las editoriales prefieren aprovechar moldes y repetirlos sin
ton ni son hasta la extenuación. Y además con larguísimas colecciones que muy
pocos terminan.
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Un Ford Thames, probablemente ensamblado en España y un ZIS 3HC,
remotorizado por Barreiros.
Yo creo que es mejor una colección con cuarenta números de,
por ejemplo, camiones pequeños de reparto de los 90, a 20 euros, que no una de
cien números de camiones españoles de cualquier época, a 35 napos. O una de gigantes de la carretera españoles
también de 40 números pero de camiones articulados, a 35 euros, centrada en los
años anteriores a los 90. Falta planificación, exactitud, concreción, señores
de las editoriales. Si en casi tres décadas no han sabido ver cómo funciona el
coleccionismo en diecast aquí en España, es mejor que se dediquen a las casitas
de muñecas, que por lo visto tiene más mercado.

Un GMC de 1935 en Vitoria. Utilizado para derribos y movimiento de tierra.
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Bueno, después de la turra, vienen las miniaturas en sí. Y
con este cabezón de tres ejes, no puedo ser imparcial, por lo que ya comenté en alguna entrada anterior. Es un camión que no me importa que nos lo metan en
vena colección tras colección, porque me gustará sí o sí, ya que elsentimentalismo puede más. Hay que decir que las fotos que tiro, al margen de
su dudosa calidad, siempre y en todas los casos, están hechas justo tras
desembalar las miniaturas, sin trampa y sin cartón, para que se vea como llegan
a su destino.
Por eso, no evitará que haya que decir cuatro cositas sobre
el mismo: para empezar, y abundando sobre lo comentado anteriormente, ha venido
tocado y rozado en el propio molde de la cabina. Puede verse en los
guardabarros. Y los respiraderos del frontal así como la propia calandra vienen
con roña. Como si antes de empaquetarlo hubieran tenido la miniatura aparcada
en una campa, esperando el momento de enviarla.
No quiero saber de qué son esos restos secos, pero parece comida. Sin
comentarios. Habrá que pasarlo por el túnel de lavado.
Por otro lado, está la bañera. No es que sea un elemento que
me importe mucho pues no es más que un accesorio, pero la verdad es que es
demasiado plana, plasticosa y sin apenas matices. En alguna ocasión hemos
podido disfrutar de algún modelo con bañera en metal, y se nota la diferencia,
la textura, y casi diría el detallado. A cambio, tenemos un cabezón bastante
bien moldeado y pintado, con una configuración muy clásica, y bien provisto de elementos
auxiliares como espejos, calderines y demás. Los faros principales son
francamente mejorables, pero los adhesivos repartidos por toda la carrocería y
los parabrisas compensa un poco el aspecto general. Vista en perspectiva, la
miniatura da buena imagen, pero si nos centramos en los detalles, aprueba muy
justita.
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Y vamos con el Mazo-cote. Perdón por el chiste fácil, pero
es que la sola tractora ya pesa un quintal: 1% de plástico, 99% de metal. Es
ideal para abrirle la cabeza al que se ponga tonto y esté a tiro. Con este
Actros digo lo mismo que con el Stralis, es bonico y es impresionante, pero
está fuera de lugar en esta colección. Pero bueno, como para la editorial ya
vale todo, pues aceptaremos pulpo como animal de compañía. De todas formas,
creo que se lo voy a regalar a mi cuñado, porque estuvo una temporada conduciendo
uno de éstos aunque para otra empresa.
La ventaja de los moldes de vehículos del siglo XXI es que
las cabinas son enormes y tienen auténticos miradores por ventanas, por lo que
los interiores suelen estar bastante bien moldeados y acompañados de buenos
adhesivos, y en general dan sensación de ser realistas. En cuanto al exterior
de la cabina es un color muy resultón aunque le sobre un poco de pintura. La
verdad, con los diseños de este siglo, tan redonditos y curvos, eso casi ni se
nota. Unos retrovisores y unos cláxones más afinados no hubieran estado mal.
En cuanto al arrastre, es un inmenso pedazo de plástico que
pesa como una cajita de cerillas, y que evidentemente sirve para extender la
correspondiente librea de la clásica empresa logística de turno. Aunque también
cabe decir que el Thermo King y su consola de control están bastante bien
detallados; y las compuertas traseras no están nada mal, es lo que solemos ver
casi siempre de un camión cuando vamos a adelantarlo. Solo le faltarían los
precintos, pero eso ya sería afinar muchísimo, y no se puede tener todo.
En fin, ya queda poco.






















