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FORD THAMES y ZIS-5 - FABRICA DE MOSAICOS Y TUBOS VIBRADOS - NAVAS DE HERENCIA (CIUDAD REAL) - 1958
Hacía tiempo que tenía estos tres camiones en el banquillo, pendientes de comentar, y no acababa de encontrar el momento de sacarlos al césped. Así que la excusa perfecta es por la variedad de fabricantes. No todo tiene porqué ser caro y exclusivo, y de calidad superior. Pienso que una colección, aún centrándonos en una temática o en una época, deben ser lo más variada posible.
ZIS-22 (1938-1940) de NASH AVTOPROM
El primero de ellos, un ZIS-22 de 3 ejes con semioruga, es
un clásico entre los clásicos, tanto que dudo que todavía esté vivo algún
chófer que se pusiera al volante de este pequeño camión. El modelo del que
deriva, el ZIS-5 de 2 ejes sin oruga, aquí fue conocido por ‘3 Hermanos
Comunistas’ debido a la coyuntura guerracivilista en que estos camiones
llegaron a España provenientes de la Unión Soviética, como donación y ayuda a
la República. El apodo viene por las iniciales en cirílico ЗИС, en alfabeto
occidental ZIS, acrónimo de Zavod Imeni Stalina, o sea Fábrica de Stalin Nº 2.
La imaginación al poder, vamos.
Así pues, su derivado, este ZIS-22 fue el primer vehículo
semioruga fabricado en serie en aquel país. Iniciada su producción en 1938,
estaba basado casi en su totalidad en el ZIS-5, y se descontinuó en marzo de
1940, con algo menos de 200 unidades. ¿El motivo? El fallo en el diseño de sus
orugas, que se conectaban a las ruedas dentadas únicamente por fricción, pues
una mínima carga ya hacía resbalar las ‘gomas’ perdiendo tracción. Todo el
éxito que tuvo el ZIS-5 se convirtió en rotundo fracaso con su derivado
semioruga. El ZIS -5, directo sustituto del AMO-3, que comenzó a fabricarse allá
por 1930 bajo licencia americana Autocar, heredó la mecánica, la disposición y
prácticamente todo lo demás de entonces, pero esa experiencia y mejoras
acumuladas durante una década en las fábricas soviéticas no fueron suficientes
para dar al Ejército Rojo el camión todoterreno que necesitaba.

ZIS-22 FOTO DEL PROTOTIPO (1938)
Pero Alemania apretaba en el frente, y los soviéticos,
necesitados de cualquier vehículo de apoyo y de movimiento de tropas, reanudaron
esa misma primavera de 1940 la segunda serie de este ZIS, que pasaría a
llamarse ZIS-22M (lo mismo, pero con una caja cerrada), y del que la única
mejora conocida es que se instalaron ruedas delanteras macizas, persistiendo el
grave problema de la pérdida de tracción. En total se fabricaron unos 250
ejemplares, por lo que la cifra total de ZIS-22 y ZIS-22M apenas alcanzó las
400 unidades conjuntas. Con la ofensiva alemana de 1941 se perdieron o
destruyeron todas ellas. No se conoce de ninguna que haya sobrevivido, tanto de
la primera como de la segunda serie. Del ZIS-5, modelo del que ambos derivaban,
se fabricaron cerca de un millón de unidades.

ZIS-5 - FRENTE DEL EBRO (1938)
Todos ellos, ZIS-5 y ZIS-22 equipaban el mismo motor de
gasolina de seis cilindros en línea que proporcionaban 73 CV con un cubicaje de
5.555 cm³, sólo que en el caso de la versión semioruga la velocidad alcanzada
apenas era de 35 km/h y el consumo penalizaba entre 60 y 100 litros a los 100
km., dependiendo de la superficie. En cualquier caso, era una barbaridad: sólo
el bicho con todo entramado de transmisión ya pesaba 4,6 toneladas, y su carga
útil era de tan solo 2.250 kg. Poca vela para tanto pastel, teniendo en cuenta
que el AMO-3 y el ZIS-5 ya podían cargar con tres toneladas, y hacerlo a más
velocidad.

ZIS-5 CISRTERNA EN EL FRENTE DE MADRID - ALCALA DE HENARES (1937)
Finalmente, y en parte gracias a la experiencia adquirida
con el ZIS-22, a partir del otoño de 1942, el Ejército Rojo pudo por fin
disponer de un semioruga llamado ZIS-42M, que solventó en parte el problema de
la adherencia de las orugas, y del que se fabricaron casi 6.000 unidades.
Aunque su motor, básicamente el mismo del ZIS-5, fue mejorado a 85 CV, seguía
siendo un vehículo lento (45 km/h), gastón (rondaba todavía los 60 litros a los
100 km.) e ineficaz en terrenos extremos como campas heladas y pantanos, justo
para los cuales se suponía que estaba diseñado. Aun así, está versión trabajó a
favor de obra, porque tras la ofensiva alemana que hizo retroceder las líneas
de combate y de producción más allá de Moscú, vino la contraofensiva soviética
al invierno siguiente, rompiendo las líneas enemigas hacia la Europa
occidental.

ZIS-5 RECONVERTIDO EN GRUA - CARTAGENA c.1960

ZIS-5 - TRANSPORTE LIGERO EN EL EJERCITO DE TIERRA - c.1950
Previamente a la Segunda Guerra Mundial, a España llegaron unos
centenares de unidades del ZIS-5, el de dos ejes, con motivo de la ayuda
soviética al bando republicano durante la Guerra Civil; si bien puede verse en
las fotos que las cuatro versiones (5 y 6, y 22 y 22-M) son iguales entre sí salvo
por las orugas. Debido al inmenso gasto que en combustible suponía el mantener
estos camiones, se acostumbraba a remotorizarlos. En aquella época de
postguerra, con todo el parque automovilístico en ruinas, interesaba utilizar
los restos bélicos. El motor más común fue el de Barreiros, quien en la mayoría
de casos lo ‘dieselizaba’ mediante un sistema propio diseñado por don Eduardo,
para pasarlos de gasolina a diésel, y de paso rebajar los litros consumidos. Lo
hizo aprovechando, en parte, un vacío legal en los motores Perkins, empresa que
en España no había renovado debidamente sus patentes en el Registro Mercantil.
Me hice con esta miniatura con orugas porque no fui capaz de
encontrar a un precio normal el vehículo de transporte de tres ejes, es decir,
el ZIS-6. Ni tampoco el más corto ZIS-5 de dos ejes. Con eso de que son
vehículos muy buscados por los amantes de lo militar, los precios son bastante
desorbitados, y además en muchos casos se trata de kits para montar. Solo por
tiempo, ya es inviable para mí. Existen diversos modelos a 1/43 pero son todos
ellos de colecciones militares, y casi siempre son versiones cisterna,
lanzamisiles, o alguna otra variante que casi nunca es caja con o sin toldo,
que son los que circularon en España. Así que un día que tenga tiempo, adaptaré
éste y le suprimiré las orugas, acoplándole un par de ejes del montón.
Como puede verse, la miniatura es muy naíf, casi un juguete,
si no fuera por la temática en la que se engloba. Parece haber sido repintada,
aunque viendo aquel Lada de hace unas entradas, no es ilógico
pensar que quizás esos eran los acabados normales en el diecast ruso de aquella
época. Todo está muy simplificado, como ha quedado dicho, y no se puede pedir
detalles, porque la miniatura juega en otra división. Es toda de hierro, salvo
la caja que es de plástico, y lleva los faros pintados. Esos son los únicos
tres colores que se verán.
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LEYLAND ‘CUB’ FK9 (1939) de DEL PRADO
Aunque no es una temática que me fascine precisamente, tener
algunos camiones de bomberos en las vitrinas tampoco le hace daño a nadie. Y
más aún si son raritos, estrambóticos o chiquitines como este Leyland. Si
además cuestan cuatro duros, pues entonces es casi imposible resistirse. Con
razón fue apodado ‘cub’, es decir, cachorro en inglés. Su tamaño es mínimo, y
está claro que la dotación de bomberos sería acorde al escaso volumen
disponible.

BOMBEROS DE BOURNEMOUTH - INGLATERRA (1939)
Leyland tenía todo un zoo a disposición de los profesionales
del transporte: Hippo, Bison, Buffalo, Octopus, Beaver, Mastiff, Terrier,
Tiger, Panther, Boxer, en fín, la lista es interminable, pero para los bomberos
se basaron en su pequeño autobús urbano Cub C, fabricado entre 1931-1936. Al
tratarse de un vehículo no muy grande, mantuvieron el chasis y el motor, pero lo
dotaron de una carrocería específica para el servicio de extinción de fuegos.
Esa serie fue denominada FK y tuvo varias versiones, si bien la más numerosa y
extensa es la que nos ocupa, pues casi todos los condados del sur de Inglaterra
encargaron su ‘cub’. Con un motor Leyland de gasolina tipo Z de 6 cilindros en
línea y 29,4 CV con encendido dual, estaba equipado con una bomba Gwynne y una
escalera de escape del tipo Merryweather de madera extensible unos 15 metros,
con ruedas y armazón. No se tiene constancia del paso por España de alguno de
estos vehículos, ni siquiera como autobús. Ese nicho ya estaba ocupado tradicionalmente
por Ford, Delahaye o Laffite, y desde los años 50, con Magirus, algún Mercedes
y los nuevos Pegasos y Barreiros debidamente carrozados.
En cuanto a la miniatura, se trata del quinto número de la
colección Bomberos del Mundo, de Del Prado. Dependiendo del éxito geográfico,
se compuso de 153 números en Francia, 110 en Italia y Alemania, de 64 en Japón,
o de tan solo 32 aquí, en España, donde apareció por primera vez allá por 2005.
Fue una colección tremendamente irregular, con mezcla de escalas, de épocas, y
de calidades. No es de extrañar que en España fuera tan corta y la editorial la
finiquitase en poco menos de un año. También tuvo varios fabricantes: a 1/43
las hay de Solido, Yatming, Matchbox, Signature Road y algunas otras cercanas
al juguete. Las miniaturas de esta colección vienen sin ‘firmar’, pero me
inclino a pensar que de este Leyland, el responsable es Matchbox, al menos de
su molde.
Los detalles propios de este tipo de vehículo no es que sean
muy allá. No son refinados, aunque se ha hecho el esfuerzo de que consten el
máximo posible de ellos. Bueno, en realidad toda la miniatura en sí nos está
diciendo a gritos que es casi un juguete. La curiosidad más llamativa quizás sea
esa escalera con enormes ruedas (supongo que para poder pivotarla de forma más
fácil) que está completamente suelta, y únicamente se engancha al camioncito
dejándola apoyada sobre la baca. En fin, a pesar de su simplicidad, es una miniatura
muy llamativa, y la tengo junto a otros pocos Leyland, de los que quizás
dé parte más adelante.
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SAURER CHASIS
4C (1936-1954) de VITESSE
Algunos entendidos en la materia situaban a Saurer en calidad
de construcción y fiabilidad por encima de la mismísima Mercedes-Benz. Hace ya
décadas desaparecida como marca de fabricante de vehículos industriales y
militares, su centenaria historia contiene algunos hitos difícilmente
superables. Algo tendrá el agua en Suiza para que la bendigan.
Aunque procedente del sector textil, Saurer fue de los
primeros constructores europeos en comenzar a fabricar motores diésel y gasolina
ya en 1898, y sería a partir de 1903 cuando se atrevería con los camiones y los
autobuses. Su calidad, robustez y confiabilidad era tales, que en Francia
(Koch), Austria (Kraftfahrzeug-Gesellschaft), Reino Unido (Motor Car Emporium),
Alemania (MAN) y Estados Unidos (Mack Brothers), entre otros, los fabricarían
bajo licencia. Saurer era pionera en motores
diésel y los suministraba principalmente, entre otros, a FIAT-OM y a Scania. La
marca italiana fue durante décadas su principal cliente, y quien acabaría absorbiéndola
en los años 80 bajo su conglomerado industrial IVECO.
En 1934, por normativa gubernamental, que obligaba a los
vehículos suizos a no superar ciertas medidas ni cierto tonelaje, Saurer
comenzó la fabricación del camión ligero tipo 1C, que iba desde una hasta las
diez toneladas de carga útil. Montaría el nuevo motor diésel CRD de cuatro cilindros
o bien el de gasolina CR. De 55 y 65 CV de potencia respectivamente, la principal
novedad del diésel consistía en la introducción de cuatro válvulas a modo de
inyección directa en los cilindros. Nacía el motor diésel tal y como lo conocemos
hoy en día.
Tras la guerra, y la liberalización de las rígidas normativas
suizas, el diseño inicial fue creciendo en todos los sentidos, tanto en las
sucesivas mejoras de los motores, pasando a seis cilindros, así como en el
resto de componentes. De ahí su largo periodo de fabricación que abarcó casi
dos décadas. A finales de los cuarenta, los motores Saurer de 12 cilindros y
compresor, ya estaban rozando los 300 CV, aunque para vehículos especiales y de
tipo militar. Para esta serie 4C de la que se está comentando, la cual correspondería
a 1952 aproximadamente, estaríamos hablando de unos 105 CV. La nomenclatura de
Saurer tiene más que ver con el tipo de chasis (volquete, rígido, ligero,
pesado, cuba, etc…), que no con la motorización, puesto que Saurer mantuvo en
producción la mayoría de sus motores diésel y gasolina de antes, durante y después
de la guerra. Una gran variedad que le permitió surtir a muchos otros
fabricantes, y equipar las más diversas maquinarias: autobuses, camiones ligeros,
grúas, cisternas, tractoras, tractores agrícolas, camiones militares o motores
marinos. De ahí la referencia al tipo de chasis, más que al modelo o versión en
sí.
En España sí nos llegó algún que otro camión, pero lo que
más se vió fueron los autobuses. Hay que tener en cuenta que los suizos
fabricaban motores cuyos estándares de calidad, entre otros, debían ser capaces
de aspirar aire a altitudes de 4.000 metros. Esa fama trascendió más allá de
los Pirineos, que hizo que muchos empresarios del transporte, quisieran un
Saurer para sus autocares de línea intermunicipales.
En cuanto a la miniatura, ya veterana de una marca ya
desaparecida, se trata de una rarísima incursión de Vitesse en el mundo de los
vehículos industriales. Probablemente fuera algún tipo de encargo, como recordatorio
de los 50 años de su camión/autobús más emblemático, o quizás alguna otra forma
de celebración del fundador. A saber. El caso es que Vitesse utilizó este chasis
para diversas configuraciones miniaturiles: bomberos, botellero, cisterna, furgón
de correos, autobús, caja con toldo, o éste minero de caja baja, bien llamado
Mula de Berna.
La calidad es la habitual de aquella época del diecast de
finales de los noventa y comienzos de los dos mil, es decir, un buen molde al
que lamentablemente no le acompaña un detallado a su altura. Está claro que es
un ejemplar de otra época, pero que sin embargo no desentona en cualquier colección
que se precie de tocar varios palos.
Auf wiedersehen.




















