jueves, 21 de mayo de 2020

LOS ALPARGATEROS III. RECUERDOS DEL FUTURO.


No. Hoy no habrá fotos de cochecicos. Ni novedades que mostrar. Con este último capítulo de este serial de Los Alpargateros, a raíz del golpe de timón en la política de Salvat, y el más que probable cambio de orientación en su modo de venta, solamente quisiera poner por escrito una breve reflexión. Una parada y fonda, en esta carrera de largo recorrido que es el coleccionismo. Aunque éste último también vaya ligado inevitablemente a ese futuro del que quiero hablar.

Hace ya más de dos meses que se decretó el estado de alarma, con motivo de la sobrevenida de esta pandemia, que tiene a la mayoría de la población entre acojonada, asqueada y cabreada, aunque no por los posibles efectos del virus en la salud, la cual parece importar menos que el pedo de un violinista. Sino por los efectos que provocará en nuestros bolsillos, cuando la economía eche el freno de verdad, y meta marcha atrás derrapando.

De momento, asusta ver por televisión las borregadas de gente que ya circulan por calles, paseos marítimos, montes y carreteras, a pesar de la prohibición expresa de transitar precisamente de esa manera: en manadas y sin bozal.  Y es que somos así, basta con una nueva ley, para que inmediatamente todos compitamos en saltárnosla, como si de batir una plusmarca se tratara.

Vecinos de escalera que de buen seguro antes ni se miraban, ahora charlan animadamente entre sí a la entrada del edificio, en tertulias a las que se van añadiendo más y más vecinos. Mascotas, que ahora son como el testigo que cambia de mano en carreras de relevos, son paseadas tantas veces al día, que vuelven con las almohadillas sangrando, desgastadas de tanta acera. Jubilados y no tan abuelos, que en su puñetera vida han tenido la decencia de echar una mano a su parienta en casa, aunque solo sea yendo a comprar el pan, ahora visitan el súper varias veces al día, porque les han cerrado su templo, ése donde dan el vino sin consagrar.

Los pueblos de interior y sus ambulatorios, han triplicado el volumen de recetas (y de población), porque muchos urbanitas han huído a su segunda residencia, creyendo que escaparían del virus, y lo único que han conseguido ha sido propagarlo aún más: Soria, Ciudad Real, Toledo, Segovia y Burgos, las provincias en porcentaje con más casos de contagio y de fallecimientos. Provincias del interior, casi todas con la población más envejecida de Europa, al borde del precipicio, con la masacre a la vuelta de la esquina, como ya ha pasado en las residencias geriátricas de toda España. Pero que nadie se lleve a engaño, porque estas cosas también pasan aquí, en los pueblos: la inteligencia nos persigue pero nosotros somos más rápidos.

Castilla y León en su mayor parte, debía permanecer en fase inicial de reclusión, pero no por chulería o exceso de celo. No. Era por auténtico pánico a que los de Madrid y los de Bilbao vuelvan de nuevo a la carga en la siguiente oleada. Pero visto que Madrid está marcando el termómetro del desescalamiento  al resto de territorios, aún siendo el principal foco de infección, pues pronostico que no tardaremos en volver a la (sub)normalidad, todos juntos y revueltos. Ahora que los supermercados de mala muerte de los pueblos de la llamada España vaciada, llevan tres meses haciendo el agosto, y “runners” y “bikers”, con ropa que avergonzaría al payaso de Mikolor, siguen llenando calles, carreteras, pistas forestales y caminos...  ...eso ya es un indicativo de por qué los europeos del norte nos miran como a seres inferiores. No sabemos (nunca hemos sabido) ejercer como buenos y responsables ciudadanos.

Y es que este año, el garrapatillo ha llegado con antelación. El garrapatillo es un insecto que a comienzos del estío, en forma de plaga, solía arruinar las cosechas de cereal, o de lo que pillase. Así llamamos también a los veraneantes o no residentes habituales cuando llegan los calores, y los pueblos del interior triplican o cuadruplican su población. Pero este año, la cosa se ha anticipado, y los escasísimos recursos con que habitualmente contamos, ahora tenemos que compartirlos con muchas más personas, y durante mucho más tiempo. Médicos, medicinas, vendedores ambulantes, ultramarinos, supermercados, víveres, alcohol…   …todo se agota rápidamente o es repuesto muchísimo más tarde de lo que ya era habitual. 

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Ya circulan por ahí sesudos estudios acerca de cómo y cuándo será la crisis. Hay quién la compara con la de 2008, y hay quién dice que será peor, como la del Crack de 1929. Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero si nos fijamos en el propio mundo de la automoción, podremos observar que este sector ya hace tiempo que, con virus y sin él, viene emitiendo ciertas señales. ¿Cuáles son?

Pues ya hace años que algunas marcas europeas de lujo, tienen lo mejor de su I+D implantado en China o en países asiáticos. Como BMW y MB. Están a un tris, según ellos, de conseguir esas baterías-milagro que puedan mover con suficiente brío y autonomía sus moles de más de dos toneladas. Pero el verdadero ruido de fondo, es que la industria del motor se repliega desde hace tiempo, y lo hace hacia Oriente, hacia aquellos países con mano de obra aún más esclava. Esto pinta que en Europa, y más concretamente en España, vamos a dejar de fabricar coches en muy poquitos años. No lo deseo. Solo espero equivocarme.

También hace tiempo que el resto de marcas, tipo Ford, Fiat, Nissan, Renault, etc, no producen de forma continuada vehículos de gama media. Lo que se viene fabricando ahora mismo es de gama muy alta, o muy baja. Sin término medio. La primera, disponible para los que pueden pagar sin problema, y la segunda, para los que no tienen un duro y se conforman con una zapatilla con ruedas a pagar en cómodos plazos. Todas estas marcas de gama media no están invirtiendo ni un solo euro en desarrollar nuevos motores de combustión, hasta que se clarifique el asunto ése de los coches eléctricos.

Por no hablar de la miniaturización de los motores. Hoy en día, un SUV normalito con pasajeros y maletas ya se “caga” en una autopista que pique un poco para arriba… …el motivo de la moda de hoy en día de dotar a los vehículos con estos motores de mierda, no es otro que el de no superar las limitaciones impuestas por los gobiernos europeos en materia de contaminación del medio ambiente. Lo del medio ambiente está muy bien como excusa, pero esta implantación forzosa del coche eléctrico está tan verde y poco madura, que casi da vergüenza ajena escuchar tanta gilipollez y tanto despropósito juntos, todo para explicar lo injustificable.

A ver. No hay baterías, no hay autonomía, no hay potencia, no hay abastecimiento al público, no hay nada de nada a día de hoy, ni en un futuro a corto o medio plazo, que pueda reemplazar al motor de combustión con las mismas necesidades y parecidas prestaciones. Simplemente no contamos aún con la tecnología necesaria para ello. Y eso tardará. Que no nos vendan motos.

Pero aún así nos quieren meter el coche eléctrico con calzador. ¿Y el transporte de mercancías? ¿Y el de pasajeros? ¿Y las patatas? ¿Las tendré que sembrar de rodillas con un cuchillo eléctrico? ¿Os va a llegar todo en un dron, como los Simpson encargando una pizza? Lo del vehículo eléctrico no se lo creen ni sus propios fabricantes. Es una utopía. Y más aún en esta época de crisis que parece que se avecina.

Lo que sí creo a pies juntillas, es que los mandamases (los que dicen que son el poder de verdad en la sombra) nos quieren apear del burro, y dejarnos a pie. Se han cansado de la democratización del ocio, del turismo y del vehículo, de la igualdad del consumismo capitalista, sobre todo el de bajo coste, y nos están quitando todo lo que nos gusta, y que ya teníamos a nuestro uso y alcance. Fuera coches potentes y de largo recorrido, fuera cruceros para todos, fuera aviones de bajo coste…   …todo fuera. No nos quieren ver en el mismo bufete del hotel, codo con codo, rivalizando por un pedazo de jamón frito. No quieren compartir pelos en el spa, con los que no son de su clase. No quieren que voléis con ellos a una playa lejana y exótica. Quieren que compréis y os alimentéis de la mierda que venden en sus centros comerciales y que vayáis en bicicleta a por ella. Quieren que vuelva el nivel y la exclusividad de tiempos anteriores. Quieren lo que siempre han querido, quedarse con todo lo bueno, con todo aquello que pueda suponer un placer o una distracción.

Esta pandemia ha sido la excusa perfecta para acelerar aún más ese proceso. Ahí tenemos a Nissan, que va a cerrar la factoría de Barcelona en menos que canta un gallo. Ya hace años que está en la cuerda floja, y ahora el virus, para los de siempre, ha sido una bendición. ¿Qué apostamos a que esa producción va a ir a parar toda ella a la Renault de Francia? No sería de extrañar, pues el estado francés aún es uno de sus mayores accionistas, y por tanto, un buen respaldo económico a esta crisis que está por venir. Eso si no va para China directamente. 

Y lo mismo puede suceder con Seat, con Opel, con Ford, con Citröen, con Renault y con Peugeot. Solamente las subvenciones estatales y autonómicas han detenido temporalmente los planes de estas empresas. Que no son otros que los de llevar su producción a países con mano de obra esclava. Desgraciadamente, las decisiones y el centro de poder desde donde se rigen los destinos de esas marcas, no están en este país, aunque sus factorías estén en suelo español.

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¿Y qué tiene que ver todo esto con las miniaturas, con nuestros pequeñines a los que adoramos y mimamos? Pues espero y deseo que nada, lo cual significaría que me equivocaré, y que no habrá crisis. Pero en el caso contrario, la destrucción de la economía planeará sobre todo y sobre todos, y esta afición no va a ser una excepción.

Si ésto es lo que va a suceder con la fabricación de vehículos, ¿qué no pasará con sus reproducciones a escala? Lo vamos a llamar downsizing editorial. Veo un retroceso de veinte años o más, hacia atrás, cuando no sabíamos ni quién era Ixo. De ahí el título de esta entrada, pues me temo que volveremos a esos tiempos de marcas exclusivas para coleccionistas exclusivos. Los quioscos serán un recuerdo para muchos de nosotros, como cuando antaño comprábamos nuestros soldaditos de plástico en sobres de Montaplex. No nos quedará ni opciones a hacernos con nuestros modelos baratos, para los que no tenemos, ni necesitamos un nivel de exigencia tan alto. El acceso a las miniaturas de bajo coste a través de los coleccionables se complicará, pues apenas existirán colecciones de quiosco. 

Salvat, por ejemplo, ha decidido ampliar la colección de F1 y la de Coches Inolvidables a 1/24, pero parece más bien la continuación de la operación de limpieza que también está efectuando Altaya con la segunda edición de Camiones Articulados: una reventa y liquidación de estocaje. Son colecciones que ya han sido lanzadas en otros países, y aún tienen remanente que vender. Veremos cuanto aguantan. Lo mismo pasa con el inexplicable lanzamiento de Coches Militares de la Segunda Guerra Mundial, de la que somos segundo plato. ¿Habéis visto la película "El Hoyo"? Pues eso, nuestro hobby en España se va a alimentar de las sobras que dejen otros países.

Aquellas colecciones que han requerido expresamente de una inversión, de investigación y documentación y de nuevos acuerdos comerciales, es decir, aquellas publicaciones en las que se parte de cero, y que no son refritos de otras anteriores o provienen de otros países, como la de Pegaso, ya tienen su sentencia: guillotina. Y ya veremos lo que tardan en aplicar ese jarabe a la de Reparto y Servicio. Puede que nos quedemos sin una sola colección novedosa de las que realmente nos puedan gustar e interesar. Por eso, me temo que volveremos a esos tiempos en los que había que ahorrar, y a base de mucho tiempo y esfuerzo, poder conseguir alguna de esas miniaturas de tirada limitada y que ahora tenemos marginadas en pos de las de quiosco. Avisados estamos.

No quiero parecer apocalíptico, ni que nada de ésto suceda. Pero a la vista de lo que tiene que llegar, uno tiene ya una edad, y esta situación ya se ha repetido otras veces: cada vez que la gente de a pié estamos saliendo de un hoyo, sea socavón o pozo, los poderes siempre conjugan sus fuerzas para volver a meternos en otro.