domingo, 28 de febrero de 2021

BMW 3.5 CSL - UN BATMOBILE EN LAS 24 HORAS DE LE MANS (1976)


Interrumpimos la saga chatarrera temporalmente, por aquello de darle al asunto un poco de variedad. Y es que el otro día, buscando en el baúl de los recuerdos, me tropecé con este modelo que creo merece un poco de atención, pues para mí se trata de toda una belleza. En su momento, atrajo las miradas como el que más, pero lamentablemente su desempeño en las carreras fue bastante irregular, como podrá verse. 


Los CSL inicialmente se basaban en el modelo de calle de BMW,  el E9 CS, pero para poder competir dignamente en el Campeonato Europeo de Turismos, hubo que efectuar ciertas modificaciones, como es lógico. Para empezar fue reconstruida su carrocería enteramente en aluminio, buscando la máxima ligereza posible (de ahí lo de CSL - Coupe Sport Leich). Preparadores como  Schnitzer o Alpina, gracias a la especial disposición aerodinámica y a un buen motor, por supuesto, consiguieron magníficos resultados en los diversos grupos que existían entonces, desde el 2 hasta el Grupo 5, dándole el aspecto que puede verse en las fotografías, y con el que se ganó el apodo de Batmobile.  

Consiguió la victoria final en todos los Europeos de 1973 a 1976, así como alguna que otra parcial en Le Mans entre los años 1973 y 1974, siempre dentro de su particular categoría. Pero BMW quería alcanzar más prestigio en este mundillo de las pruebas de resistencia, e intentó escalar un peldaño más en las competiciones que de verdad contaban, entre ellas el Grupo 5 de las 24 Horas de Le Mans. Quería plantar cara a Porsche, dominadora absoluta en aquella década en las tres principales pruebas a nivel mundial: Le Mans, Sebring y Daytona.

En 1975, prácticamente en su primer intento como quien dice, la terna  Harald Gros-Sam Posey-Hughes de Ferlant logró entrar en décima posición en Le Mans, en la categoría de dicho Grupo 5. No estaba nada mal, para tratarse de un debutante que inesperadamente, se codea de tú a tú con los elegidos. Por otro lado, en esa temporada habría otras importantes victorias finales en competiciones como las 6 Horas de Nürburgring, o la clasificación absoluta en primer lugar del Mundial de Marcas. Se cerraba pues, con muy buena nota, una prometedora temporada, llena de grandes expectativas. No estaba mal para un fabricante poderoso, sí, pero que debutaba en competición como equipo oficial. 

En la siguiente temporada, todo parecía ir sobre ruedas en aquel 1976. Con el segundo puesto momentáneo del Mundial solo por detrás del Porsche 935, se había modificado el bólido para pasar de unos iniciales 3.0 y 340 CV, a los 3.5 de cubicaje y 480 CV de potencia con que pensaban disputar la victoria final a Porsche. Ello se logró, entre otras cosas, gracias a la introducción de culatas de cuatro válvulas debidamente escaladas, y a la habitual reconfiguración de las suspensiones del equipo Schnitzer, con su particular kit aerodinámico. 

El #43 antes de la quema.

Para ello, cuando llegó el momento de la verdad, el de disputar la victoria final en Le Mans, BMW contó con la pareja Dieter Quester (austríaco) y Albrecht Krebs (alemán), del equipo Schnitzer-BMW, en colaboración además con el belga y a la vez piloto-mecánico Alain Peltier, quienes cruzarían sus espadas con el máximo rival alemán, y lo harían además en la cima de L'Endurance. Además de sus dos pilotos oficiales, BMW contaba con la experiencia de Peltier, que además de ser el mecánico, fue el campeón de su país en los años 1974 y 1975 con un BMW 3.0 CSL, por lo que este monstruo no le era desconocido en absoluto. 

Desgraciadamente, cuando estaban disputando la carrera en un cómodo octavo lugar, en la vuelta 117, poco menos que la mitad del recorrido, hubo que abandonar por avería mecánica. Una vez en boxes, se incendió además el motor, echando a perder cualquier remota posibilidad de recuperación, si es que la había. No hace falta explicar el sinsabor que puede dejar una experiencia así, en plena disputa a Porsche del cetro mundial del G5, en la catedral del automovilismo de resistencia...    ...BMW abandonó este tipo de competiciones de forma oficial. 

Pero vamos con la miniatura, a la que debemos perdonar su origen Ixo. Quiero decir, que no es que sea mala del todo, pero pertenece a esa época loca de Altaya en la que esta editorial quiso estar en todos los bailes, erigiéndose en monopolio de los coleccionables de quiosco, con lo que ello supone: calidad a veces muy discutible, y poca seriedad a la hora de conseguir sus números, pues una colección se mimetizaba con la siguiente, y ésta se pisaba con la otra...  ...y los quioscos simplemente no daban abasto o no querían jugársela con tantas colecciones en marcha. Recuerdo que  hace algo más de una década, podía haber de cuatro a cinco colecciones al año solo de esta editorial. Sumémosle además los remanentes que podían llegar desde otros países, sobre todo Francia. 

En mi caso, la calidad no supone un factor determinante a la hora de llevarme una miniatura para casa. Valoro más otros parámetros, especialmente el del poder de evocación que una reproducción puede producirme. Por éso, este BMW, con ese frontal, ese verde botella, y esa combinación Sport tan típica de los bávaros, no podía faltar en mi vitrina, aunque yo no sea un entendido en este tipo de carreras, ni tan siquiera un buen aficionado. También es muy atractiva la decoración en blanco hueso, que tengo pendiente, pero en su mayoría son fabricantes de miniaturas para bolsillos europeos. 

Como puede verse, el interior es totalmente monocromo, aunque esté todo bien moldeado, y ahí es donde echo en falta el que esta editorial hubiera exigido a Ixo en todas y cada una de sus colecciones al menos unos mínimos: unas calcas en el tablier, o unas pinceladas en algún pomo o manija; eso siempre viene bien y agrada a los aficionados. 

En el tema de la decoración propiamente dicha puede decirse que está más o menos en su sitio correcto, y que no desentona en absoluto, dando sensación de cierto realismo, el cual se pierde a veces en algunos puntos debido al exceso de pintura, que desdibuja un tanto la forma de la carrocería. Pero por nueve euros al peso, poco malo se puede decir de este pequeño. 

En definitiva, y tal y como se ha comentado antes, más allá de lo bien o de lo mal hecha que pueda estar la miniatura, con ese resultado final tan aparente, puede perdonarse ese interior negrísimo, esos aditamentos de calidad y finura muy justos, unas rejillas no muy bien resueltas que digamos, y otra serie de detalles que otras marcas como Spark y Minichamps sí incluyen con todo lujo de detalles, pero que cuestan un mínimo de diez veces más, aunque yo no veo que su calidad sea diez veces más que la que ofrecía Ixo. 

El Batmobile en un reciente revival de clásicos.